CAPÍTULO OCHO

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BELIAL




"El lobo aúlla en el bosque nocturno, Él quiere, pero no puede dormir.

La hambruna llora en su estómago de lobo.

Y el frío inunda su amparo.

Lobo, lobo no te atrevas a venir, no te dejaré tomar a mi hijo. "


Las cosas para Belial no habían salido del todo bien, hacía casi una semana que había salido de Crena para conseguir algo que los llevara a los ataques que se presentaban cada vez más cerca del bosque negro.

Estaba agotado ya que el viaje lo había hecho en su forma de lobo, corriendo todo el camino de vuelta a Crena, lo único que esperaba era llegar al castillo, darse un baño, comer todo lo que Artús el cocinero le sirviera en la cena y dormir, dormir como hacía días que no lo hacía.

Al traspasar la entrada a Crena, tal fue su sorpresa cuando Herve, uno de los guardianes más jóvenes de la manada, se acercó a paso apurado, por no decir corriendo, a su encuentro.

—¿Que sucede Herve? —Preguntó Belial, que aunque quiso sonar casual, su voz salió en tono cansino.

—La humana, Keera señor...—. Belial se tensó nada más escuchar su nombre, como no, imposible que no estuviera causando problemas cuando él se encontraba fuera. Le hizo una señal con la cabeza para que termine de hablar. —Está recibiendo azotes señor..., en la plaza principal.

—¿QUÉ? —Gruño Belial, ni bien las palabras salieron de la boca del joven muchacho.

No le dió tiempo a que contestara, ya que se alejaba prácticamente corriendo a la plaza. ¿Qué demonios había hecho la muchacha ahora para que la están azotando en medio de la plaza? De todas maneras, era su tributo y la fiesta de los lobos se acercaba a pasos agigantados y los que se encontraban en contra de estas costumbres..., por la Diosa Luna, iba a matar a la humana y después de ello, mataría a quien se había osado a tocar lo que era suyo. 

Su sorpresa creció una vez que llego ahí y encontró a la muchacha con toda la parte superior del vestido roto, sus pechos se encontraban al aire y de su espalda, magullada por los azotes, varios hilos de sangre caían hasta perderse en lo bajo del vestido. Se quedó observando la escena unos segundos en silencio, viendo que la muchacha no largaba siquiera un quejido por los azotes, simplemente se encontraba ahí, con la respiración agitada y los brazos flácidos del amarre que llevaba en las muñecas.

—¿Que demonios está sucediendo aquí? 

El poder se desató sin que pudiera evitarlo, el gruñido de su pecho hizo vibrar el suelo y los lobos menores que se encontraban alrededor, se pusieron inmediatamente de rodillas al sentir su poder, al igual que Gerd, uno de sus guardias, que dejó caer el látigo, aunque lucho por no arrodillarse frente suyo, no mostrar sumisión.

—E-ella está siendo castigada., alfa— contestó nervioso, agachando la mirada.

Belial se paró frente suyo y el poder —aquel que lo había llevado a ser el alfa más poderoso de Gaia—, salió de él con más fuerza. Tenía que concederle a Gerd que luchó unos cuantos segundos antes de caer de rodillas frente a él, su cuello presentado al lobo más fuerte que tenía en frente.

El Mundo de GaiaWhere stories live. Discover now