CAPÍTULO CATORCE

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LA FIESTA 


A la mañana siguiente, cuando Herve preguntó asomado por entre la rendija de su puerta abierta si estaba lista para ir a desayunar, Keera respondió con un conciso y rotundo no. 

Se negaba a sentarse en una mesa llena de esclavistas, a ser testigo de cómo una pobre chica era obligada a humillarse por unas cuantas sobras de comida. Era consciente de que esta vez no iba a poder controlar su temperamento, no cuando todavía tenía los nervios a flor de piel por la discusión que había tenido la noche anterior con Belial. 

Keera era consciente que tal vez no era mejor que ellos, pero estaba segura que tampoco era igual. 

Herve pareció incluso aliviado cuando Keera se negó y cerró la puerta con un suave chasquido detrás de él y no pudo evitar sentirse bien por el hecho de que no hubiera insistido. Temía que Belial la obligara a asistir, pero teniendo en cuenta que esta noche era la dichosa fiesta, y aún más, teniendo en cuenta el pedido de cómo debía comportarse esta noche, supuso que el alfa le estaba dando una pequeña tregua. 

Le abrió nuevamente la puerta de su vestuario a Ness y juntas se sentaron alrededor de la mesa en la que Ray les había dejado el desayuno, mientras juntas practicaban las letras una a una que Edwin le había enseñado los pasados días. A decir verdad, la niña aprendía a una velocidad alarmante, pero Keera se sentía bien que la niña se viera entusiasmada por aquello. 

La tarde pasó en un borrón, Archie había pasado a verlas y se había sentado con Ness a dibujar mientras la niña le parloteaba por lo bajo, tan bajo que ella no llegaba a escuchar lo que decían, pero creía que aquello estaba bien, ambos parecían cómodos el uno con el otro. 

Keera se preguntó por un momento cuánto tiempo perduraría aquella amistad, cuánto tiempo sería el que le tomaría a Archie convertirse en lo que era su padre. Si bien no todos los lobos que conocían estaban a favor de que los humanos sean tratados como basura, tampoco era como si hicieran algo al respecto, algo que cambiara la realidad de aquellos más débiles. 

Cuando quiso darse cuenta, Ray había venido a llevarse a Ness, con la excusa de que enseguida llegaría Judith con algunas sirvientas a prepararla para la noche. No dijo nada mientras las veía marcharse sin mediar palabra a las dos, Ness incluso parecía un poco animada de salir por fin de la habitación, mientras se decía que tendría que buscar la manera de sacarla un poco del castillo, no podía ser sano para una niña de su edad estar todo el día encerrada en una habitación. 

Cuando Judith llegó, Keera apenas la reconoció, tanto a ella como a las dos jóvenes que había traído consigo y se dejó hacer sin rechistar. No protesto cuando frotaron su piel hasta dejarla brillante, así como tampoco cuando esparcieron por ella un polvo que parecía de manera sutil hacerla brillar, con un olor exquisito. 

Judith cada tanto le lanzaba miradas preocupadas, esperando que de un momento a otro estallara..., pero la verdad era que Keera se sentía un poco entumecida, no solo por lo que había presenciado el día anterior, sino también por la discusión que había tenido Belial. Recordar su pasado siempre la dejaba de un humor sombrío, por que a pesar de que había quitado muchas vidas, más de las que siquiera estaba dispuesta a enumerar, todavía podía recordar cada rostro. 

El momento exacto en el que su vida era arrebatada. 

Keera estaba acostumbrada a sumirse en su propio infierno personal.

Frunció un poco el ceño cuando una de las jóvenes tironeó de su cabello mientras la peinaba, logrando que por fin saliera de sus propios pensamientos.

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