CAPÍTULO VEINTINUEVE: HERVÁS

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Belial se cernió prácticamente sobre la bruja, que se encontraba de rodillas y en posición sumisa. Sabía que su cachorro —más allá de algún que otro golpe— se encontraba bien.

Una vez que apresaron a la bruja —con esposas de hierro y llena de runas para evitar su magia— dejo que la transformación haga mella en su cuerpo y volvió —después de muchas horas— a su forma humana.

Se dirigió a Keera, que todavía toqueteaba el rostro de la pequeña niña buscando alguna señal de malestar.

—Déjala respirar— murmuró el alfa posicionándose a su lado y observandolas a ambas.

Keera levantó sus ojos hasta clavarlos en los del alfa en un gesto irritado e hizo falta que Belial pusiera todo de sí para no comenzar a despotricar cuando vio el estado en el que se encontraba su fyring.

Tenía el rostro muy golpeado, debajo de sus ojos habían dos surcos violáceos y todo en ella se veía cansado.

—Pues te aguantas, por que hasta que no vea que se encuentra perfectamente bien no parare de verificar su estado— fue todo lo que se limitó a responder la humana fiel a su carácter.

Ness —que parecía bastante incómoda con el escudriño de Keera— se apresuró a sacudirse de su agarre y dirigirse hacia donde se encontraba Archie, aún en su forma de lobo.

Belial observó la relación entre los dos, como la niña parecía entender a su cachorro y como el mismo niño parecía todo el tiempo preocuparse por el bienestar de Ness.

—Un día buscan tu aprobación para todo y al otro ya escapan de ti— murmuró Keera de manera distraída —, crecen muy rápido.

Belial largo una pequeña carcajada por la nariz nada más escuchar aquello, mientras clavaba sus ojos en Keera, mirándola con preocupación.

—No me mires de esa manera— murmuró ella apartando la mirada.

—¿Así cómo?— preguntó él fingiendo no entender a lo que se refería.

—Como si fuese una jodida damisela que necesita ser salvada— respondió ella enojada —, tenía controlado todo desde antes que llegaras.

—Lo sé— se limitó a responder el alfa con un encogimiento de hombros, todavía sin despegar sus ojos de los de Keera.

—Y deja de mirarme de esa manera— volvió a decir ella enojada y con un leve rubor subiendo por sus mejillas amoratadas.

—¿De que manera?— volvió a preguntar Belial con burla siguiéndole el juego.

Sin embargo, antes de que ella pudiera responder, Herve llegó a su lado tomando a Keera por las mejillas con preocupación.

—Te ves como la mierda— fue lo primero que dijo —¿Qué demonios te sucedió?

El alfa en ese momento sintió que sobraba ahí, por lo que sin siquiera decir una palabra se apartó de ellos.

Había sido difícil dar con Keera, pero con esfuerzo y buen olfato lo había conseguido y —tal como lo había predicho la superior— dio también con su hijo y la pequeña bruja.

Sus ojos se dirigieron enojados a Mirei, que estaba sentada en una esquina y miraba todo con atención. Belial sin siquiera dudar se dirigió hacia ella hasta que la tuvo en frente y ella tuvo que levantar el rostro para poder mirarlo a los ojos.

—Atacaste a mi hijo— comentó señalando lo obvio.

—No sabia que era tu cachorro— respondió ella encogiéndose de hombros con desinterés.


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