CAPÍTULO DIECIOCHO

17.8K 2.3K 263
                                    

AVE ATQUE VALE


—¿Cómo es posible que hayan desaparecido? —Preguntó Belial, tratando de mantener la calma.

—¡Simplemente no están! —Respondió Kend con confusión, mientras pasaba las yemas de los dedos por las runas de protección que antes estaban marcadas en el muro que separaba a Crena del bosque negro.

—Pues hay que hacerlas nuevamente —volvió a decir el alfa.

— Podría llevar días conjurar todo Crena —respondió frustrado y al ver la mirada impaciente del alfa, agregó : —Me pondré de inmediato con esto.

Belial asintió y comenzó a caminar de regreso al interior de Crena. Sabía que los Wendigos no habían podido colarse así por así y acababa de confirmarlo al ver que las runas que Kend había puesto en los muros que separaban a Crena del resto de Gaia hacía tantos años, parecían estar quemadas, haciendo que solo quede una mancha negra y su magia inservible.

El alfa había conocido a Kend cuando éste era pequeño, su padre había evitado que exterminaran por completo al pueblo donde  vivía, aunque el pequeño después de aquel ataque había quedado huérfano. Desde entonces había acompañado siempre a su familia y más allá de que dejaba que la gente crea que era un prisionero, él siempre se había quedado con ellos por voluntad propia, manteniéndolos a salvo y ayudando en cualquier cosa que su magia pudiera, pocas personas sabían que él era un brujo, la mayoría lo creía humano.

Su segundo al mando comenzó a caminar a su lado y Belial pudo darse cuenta, por su ceño fruncido y sus facciones tensas, que estaba preocupado.

—No lograrán pasar dentro de Crena Alec, no lo hicieron antes y no lo harán ahora.

Fue en ese momento exacto en que las campanadas de alerta comenzaron a sonar, haciendo que sus pasos se detengan en seco. Cuando sus ojos se encontraron con su amigo no hubo más que decir, ambos comenzaron a correr cuando el sonido de batalla resonó a lo lejos.


***


El jarrón no llegó a golpear a aquel lobo pero si llamo su atención, haciendo que rápidamente clave sus ojos en los de Keera.

«Aquellos ojos negros, ¿donde los había visto?»

No hubo mucho tiempo para pensar en aquello, ya que el lobo empezó a avanzar hacia ella gruñendo y emanando esa espuma blanca por la boca.

Keera comenzó a pasar su espada de una mano a la otra, friccionando sus piernas en posición de ataque. Le dedico una mirada de soslayo a Archie que seguía con todo los pelos de su lomo erizados, Ness por su parte, tenía los ojos rojos de llorar y se notaba a leguas que estaba temblando.

Volvió a clavar sus ojos en el lobo cuando éste gruñó con más fuerza antes de dar un pequeño salto tratando de morderla, Keera llegó a retroceder y empujar la espada, asestando un rasguño en el hocico del animal y abriendo una pequeña herida que, aunque no gimió lastimeramente, largo un siseo furioso.

—¡Archie vete! —Gritó Keera cuando el animal volvía al ataque, esta vez con más ímpetu.

Keera balanceaba la espada de un lado al otro, tratando de mantener al animal a raya, que no paraba de lanzarle manotazos con sus grandes garras, tratando de arrancar cualquier parte de su cuerpo.

La bestia amago por atacar por su lado izquierdo y fue a por el derecho, asestando en la mejilla un arañazo que, aunque llegó a correr la cabeza hacia atrás, la punta de sus afiladas garras llegaron a rozar su mejilla, haciendo que rápidamente se abrieran heridas que comenzaron a sangrar, emanando aquel líquido viscoso y caliente.

El Mundo de GaiaWhere stories live. Discover now