Capítulo 2

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Allyson


Observo las estrellas que están pegadas en el techo de la habitación – que no es mía – odio las estrellas, y se porque es.

Mi padre siempre fue amante del universo, alegaba que mama y yo éramos las estrellas más brillantes de todo lo conocido por el hombre, el problema estaba que uno nunca debe creerle a un alcohólico.

Mentiras y más mentiras.

Siempre viví rodeadas de ellas, solo que estaba ciega para ver la realidad que se escondía en el lugar al que llamaba "hogar". Hay muchas cosas que hubiese preferido no saber, la ignorancia a veces es nuestra mejor aliada.

¿Qué es lo único que me saca de esta miserable realidad?

El teatro y los libros.

No sé la cantidad exacta de los libros que termino por mes, mi tío dice que me quedare ciega antes de los 25 años y mi única respuesta es: "Habrá valido la pena".

Y el teatro para mí es algo maravilloso, es cuando me puedo desconectar de mi patética realidad y puedo ser cualquier personaje que desee. No hay límites para la creatividad.

Me desperezo en la pequeña cama sintiendo toda mi espalda adolorida. Necesito un colchón nuevo aunque sé que no es eso lo que no me deja dormir por las noches.

Salgo de la pequeña habitación y camino como un zombie hacia el baño principal de la segunda planta, me tambaleo un poco cuando por mi lado pasan 2 sombras que conozco muy bien.


— ¡Tenga cuidado en las escaleras! — digo sin levantar mucho la voz.

y Harry, 5 y 4 años son sus respectivas edades. Los demonios de esta casa, también conocidos como mis primos pero me gusta más mi apodo, son los únicos seres vivos que tienen tanta energía por las mañanas.

En cambio yo, me parezco cada día más al Grinch.

~*~

Después de asearme y vestirme "decentemente", a veces me visto cito textualmente a mi tía: como una pordiosera. No es mi culpa que ame los suéteres grandes y jeans rasgados.

Pero hoy por alguna razón me levante con más ánimo aunque no haya dormido casi. Así que decidí vestirme con una simple camisa blanca que tiene la palabra Smile en un amarillo muy brillante, con un simple pantalón azul y mis botas negras que me llegan un poco más abajo de las rodillas.

Bajo las escaleras recitando unas líneas de una obra que debo estudiar, mientras sigo el olor a comida y al ver la imagen que hay solo sonrío. Mi tía camina de un lado a otro mientras va sirviendo el desayuno como cada mañana, en algún momento de tanto caminar se le cae un par de cubiertos, su vientre aunque no esté muy voluptuoso no permite que pueda agacharse, así que voy a su rescate y la ayudo.

—Buenos días Tía Clau, ¿Cómo está hoy el pequeño cosa? — intenta ocultar su sonrisa.

Aunque se niegue sé que le hace gracia mi apodo.

—Allyson, no puedes decirle cosa a mi bebe, no somos los locos Addams — me sirve café y lo agradezco.

El café no me inyecta energía, es como si bebiera agua. Solo que esta sería un agua muy amarga. Creo que lo empecé a beber desde que llegue a esta casa, mi tía me sedujo para que lo hiciera y desde ese día no he podido dejarlo.

—Tía, no le tienes nombre y a los pequeños demonios les gusta el apodo, incluso al tío Pet. Si las hormonas te han quitado lo graciosa, es mejor sacar al bebe ya mismo.

Una Inesperada Melodía - Libro 2Where stories live. Discover now