𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐩𝐨𝐛𝐫𝐞𝐳𝐚. [𝟏]

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“Donde Zuko es el hijo desterrado que hizo una nueva vida con su tío lejos de la Nación del Fuego y no existe ningún Avatar”.

Aunque nadie lo admitiera en voz alta, con el pasar de los años Zuko se había dado cuenta de dos cosas, ser noble o parte de la realeza hacía que la gente te amara más y por supuesto, un rostro bonito y pulcro. No uno con una fea cicatriz que hacía que la gente se sintiera incomoda.

Realmente a él no le importaba, pero con dieciséis años, pensaba que jamás en su vida sería merecedor de amor. Tan solo, de aquel afecto desinteresado que su tío le daba.

Zuko trabajaba en una tienda de té, en la ciudad del Reino Tierra, muy lejos de lo que alguna vez fue su hogar y muy lejos de ser lo que sería un príncipe.

Un bostezó salió del joven, mientras se acomodaba el delantal. Cómo era costumbre su tío Iroh, comenzaba abrir las puertas de madera, para que los primeros clientes llegarán. No era por presumir, pero servían el mejor té de la zona —por no decir ciudad—. La sonrisa de Iroh hacía el lugar algo cálido y amigable. Mientras Zuko, listo comenzó a servir las órdenes.

La acostumbrada rutina jamás lo preparo para la visita inesperada de un joven de piel morena, que entraba curioso al lugar. Para su mala suerte casi termina vertiendo el líquido de los vasos encima del muchacho.

—Lo siento. —se disculpó al instante.

—Tranquilo, esas cosas pasan, por cierto, ¿Podrías servirme uno de esos también? Me han dicho que aquí está el mejor té del mundo.

—Pues no han mentido. —contestó Zuko. Dejando un vaso en la mesa desocupada que el chico eligió para acomodarse. Vertiendo con paciencia el agua de té hirviendo.

La mirada azul dirigía a él por tanto tiempo lo hizo sentirse incómodo, desviando la vista a cualquier otro punto. Su cicatriz no era agradable visualmente, él lo sabía.
Con un sutil “si necesitas algo, llamas”, se marchó. Le costaba tanto poder salir a alguna parte, sin sentir que la gente le miraba casi con horror. Un suspiró salió de él. Cortaste el pelo quizás no fue su mejor opción, pero así, podía ser libre de algo a lo que ya no pertenecía más.

_________

Sokka era el hijo mayor del jefe de la Tribu Agua del Sur. Y como hijo, del jefe tenía un estatus alto y se le esperaba verse comprometido con alguien a la altura de poder gobernar. Alguien que le diera regalos y mostrará valor, pero para Sokka, vivir una vida con un matrimonio de arreglos al lado de alguien que mantenía una especie de corona invisible, no hacía más que fastidiarle.
Quería conocer el mundo a su manera y a amar a quien se le diera la gana.

Pero según las familias más destacables de la Tribu. Nadie en su sano juicio podría querer a un bobo, que solo hace chiste y parece no tener ninguna habilidad.

Calladito y bonito. Su hermana menor, Katara casi despedaza al par de vejetes al escuchar aquella orden hacía Sokka.
Fue por eso que decidieron ir a la ciudad del Reino Tierra, quizás había algún noble interesado en el hijo mayor del jefe. Entonces Sokka pidió un día para él y poder conocer la ciudad, llegando a un local de té. El mejor, según un grupo de chicos que se encontró charlando por ahí.

Cuando entró, jamás espero ver a un chico tan guapo. Mucho menos pensar en amor a primera vista, mirarlo se le hizo inevitable. Tenía una cicatriz en el rostro, una quemadura y eso, por alguna extraña razón encendió un deseo que creía incapaz de sentir. Un calor abrumador y se imagino al muchacho pelando contra soldados malechones, que se aprovechaban de los habitantes.

Y de pronto la idea de estar frente a un libertador rebelde le aceleró el corazón.

Cuando se vio descubierto la vergüenza le consumió totalmente.
Pensando en lo muy mal que debió haberse visto, al estar mirando tan detenidamente al joven. Quizás y tenía pareja.
Una disolución envolvió a Sokka, antes de dar el primer sorbo al té, para entender que era realmente maravilloso. Nunca había probado uno como ese.
Paso bastante tiempo, antes de que la hora para cerrar llegará.

—No sé si será muy desvergonzado de mi parte, ¿Pero tienes pareja? —Sokka dejó escapar la pregunta, mientras el chico recogía un par de vasos para dejarlo en su bandeja.

—No.

Sokka sonrió, no muy seguro de si estaba haciendo las cosas bien.

—Me llamo Sokka.

—Zuko.



Tiene continuación uwu.

ᴀᴠᴇɴᴛᴜʀᴀs ᴅᴇ sᴏᴋᴋᴀ ʏ ᴢᴜᴋᴏ.Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt