Tengo Miedo

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Draco grito, sin darse cuenta que se escuchó como el rugido de una bestia. Su mente estaba nublada, su corazón inundado de miles de emociones. La tierra se estremeció y el cielo se cubrió de nubarrones, cada criatura viviente del bosque, se ocultó con miedo en sus madrigueras y ningún ser se asomó a ver a aquel que perturbaba la paz del bosque.

Caí al suelo. Mi cuerpo temblando, mi garganta tenía un nudo que estaba apunto de explotar. Ya no podía seguir soportando.

Y sin más, me puse a llorar.

-Tengo miedo... -susurre.

El cielo pareció estar de acuerdo con el estado de ánimo de Draco. Los nubarrones negros que ocultaron las estrellas y la media luna, crujieron y gotas cayeron, empapando los árboles y la tierra.

-Papá tengo miedo! -grite en medio de la oscuridad

" Piensa que no tienes miedo"

Por mucho que me decía que no tenía miedo, la realidad era distinta. De pronto el llanto ya no era el único reflejo de mis emociones, cerré mis puños, fuertemente, clavando mis uñas en las palmas de mis manos hasta rasgar la piel y sangrar.

Volví a gritar. Un rugido bestial resonó por todo el bosque y se escuchó hasta el castillo, los cielos enloquecieron aún más y la lluvia se convirtió en una tormenta.

Tire puñetazos a los troncos de los árboles. La fuerza inhumana que controlaba con mis emociones y magia, se descontroló. Un árbol que golpeaba, tres que derribaba.

Golpeé, golpeé, una y otra vez hasta que mis puños sangraron.

No me detuve hasta que escuche los huesos crujir de mis dedos, me detuve y volví a llorar hasta que mi corazón se calmó del temor y la ansiedad, las emociones que jamás deje fluir, florecieron en ese momento. Tristeza, soledad, miedo, irá y cólera, todas emociones que trataba de contener, día a día, desde que ese desquiciado empezó a atacarme, estallaron y lueguito se desvanecieron.

Papá...

- tengo miedo... - seguí llorando hasta que las lagrimas cesarán, la lluvia empapó mi cuerpo helado, se escuchaban los truenos y relámpagos.

Cuando pude calmarme, regrese al castillo. Justo en el vestíbulo, estaban Severus, la profesora McGonagall, el profesor Lupín, el señor Hagrid y el señor Filch, poniéndose un impermeable, estaban apunto de salir, quizás, a buscarme.

-Señor Malfoy! -dijo sobresaltada la profesora McGonagall -Sabe el susto que nos ha causado

-Lo siento -mire a la profesora, no estaba de humor para soportar gritos

-Pase adentro! Por dios, que le pasó en las manos?!

Mire mis manos, estaban ensangrentadas, podía ver algunos huesos asomar por la piel, los nudillos estaban ensangrentados y la sangre corría goteando en el suelo

-Me lo hice sin querer -dije, restando importancia a mis heridas.

Mire a los adultos que me miraban con expresión compleja.

-Estoy castigado? -pregunte.

-Eso lo decidirá su jefe de casa -dijo el profesor Lupín -Por ahora, debemos de llevarlo a la enfermería y que curen esas manos.

-Si. Severus, lleva al muchacho a la enfermería. Yo iré hablar con Dumbledore -dijo la profesora McGonagall

-Ven, joven Malfoy -la cálida mano de Severus se posó en mi hombro, lo mire a los ojos. Severus tenía una sombra de preocupación cubriendo su mirada oscura

Draco Malfoy y el mundo mágicoWhere stories live. Discover now