El secreto del Medallón

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Ya no hay miedo...

Ya no hay dolor...

Abrí abruptamente los ojos. Sentí que el aire me faltaba, respire un poco y al instante empecé a toser violentamente, el aire había entrado, raspando por mi garganta, gire mi cuerpo hasta quedar boca abajo. Sentía mis ojos humedecidos, mi corazón latía dolorosamente.

Respire agitado por la boca, flexione mis rodillas sobre el suelo y apoye mis manos en el piso blanco.

El recuerdo de Lockhart desfiló por mi mente.

-ja... Jajaja -empece a reír como maníaco. Toque mi estómago. El lugar donde alguna vez hubo una docena de cortes, ahora no tenía nada. -Asi qué... Morí -musite. Volví a tomar una bocada de aire, mientras lágrimas saladas rodaban por mis mejillas.

Lloré silenciosamente, mirando al suelo de forma vacía.

Ya no quedaba nada más por hacer. La muerte vendría en algún momento para reclamar mi alma y llevarme a juicio.

Alce mi mano y seque las lagrimas que aún bajaban por mi rostro. Inhale y exhale de forma pausada, tratando de calmar mis miedos, tranquilizar mi corazón adolorido y disipar los recuerdos que viví cuando aún estaba vivo.

Al calmarme, alce la cabeza hacia el cielo. Pensé que vería un nada absoluto pero vi una luna llena color azul. Mi cuerpo se tensó.

Me di cuenta que no estaba en la estación de tren sino en una especie de altar. Estaba en el centro del salón, la luna iluminaba todo. Era como la sima de una torre. Altísimas columnas de piedra talladas con dragones que se enlazaban, se elevaban al cielo, proyectando largas sombras que rodeaban el altar.

Mi corazón empezó a latir rápido. El viento soplaba muy fuerte provocando un eco fantasmal. Las figuras de los dragones proyectados bajo la luz de la luna, hacia parecer que esos seres, estaban vivos, observándome.

Me levanté tambaleante, di un paso, y sonó como un eco.

Mire alrededor, avance lentamente, el viento soplaba feroz, mi cuerpo parecía ser llevado con tan solo un soplo. Cruce una de las columnas, camine hasta llegar al borde de la superficie. Mis ojos se entornaron, aquel acantilado no tenía fin.

Retrocedí instintivamente mientras agarraba mi pecho. El viento volvió a rugir feroz. Y me pregunte:

"dónde estoy?"

Regrese al centro del altar. Mire el rostro de piedra de los dragones, pensé por un segundo que las cuencas vacías de sus ojos adquirieron un brillo feroz pero debió ser la luz de la luna lo que proyecto tal ilusión.

Más de una vez, mi corazón dio un vuelco al creer escuchar un rugido feroz a lo lejos.

Alce mi mirada hacia el cielo, la luna brillaba azul. Me senté en el suelo helado, flexione mis piernas y las abracé, hundiendo mi rostro en mis rodillas.

Cerré los ojos. El viento seguía soplando trayendo consigo un fantasmal rugido. Mis ojos se llenaron de lágrimas, quería desaparecer de ese lugar...

Por qué muerte no estaba aquí?

-Por qué lloras? -pregunto una voz suave.

Asomé mi cabeza entre mis rodillas.

Una mujer alta, de pelo blanco, estaba  frente a mí, mirándome. Tenía los ojos violeta, una mirada cálida y una tenue sonrisa. Pero no sabía quién era aquella mujer, salvo por el extraordinario parecido a su padre Lucius.

- Quién eres... -pregunte.

La mujer ladeó la cabeza y camino hasta mí. Tomo mis manos e hizo que me levantara del suelo.

Draco Malfoy y el mundo mágicoWhere stories live. Discover now