Nuevo trabajo

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(Maratón 2/5)

Estoy en la guerra.

Hay gente corriendo por todos lados, varios me empujan hasta que caigo al suelo, pero no se detienen. Escucho detonaciones cada vez más cerca de donde estoy. Trato de gritar, de correr pero nada surte efecto. Otros gritos ahogan los míos.

Despierto empapado de sudor, jadeando y con el corazón en la boca. Tardo unos segundos en volver a respirar pausado y me obligo a recordar dónde estoy.

Sé que no voy a ser capaz de dormir de nuevo, así que bajo. Una luz está encendida en la cocina.

June está sentada sobre una isla con una taza humeante entre sus manos. Se ve infinitamente hermosa. Algunos mechones de cabello escapan de su coleta alta, su mirada perdida, labios entreabiertos soplando, sus shorts flojos y una camiseta de tirantes casi cayendose por su hombro derecho.

Pero la imagen se esfuma en un milisegundo, cuando saca a relucir su arma apuntando justo a mi cabeza.

—Tranquila, soy yo.

Eso la hace recapacitar y baja el arma de a poco.

—¿Qué haces aquí? —Que linda.

—Eres muy ruidosa. —Pero eso no es cierto. No puedo decirle que acabo de tener mi primera pesadilla.

—Lo siento.
Deja la taza a un lado y se dedica a mirarme. Por un segundo temo oirla decir que sabe que tuve una pesadilla.
—¿Porqué veniste? —No hace falta preguntar para saber a qué se refiere.

—¿Es tan difícil de entender que te amo?

Baja de la isla y camina hacia mí aún con el arma en mano. Se queda a poco centímetros y apoya la pistola en mi pecho, no puedo evitar sobresaltarme y mi corazón vuelve a acelerarse.

—Eres un mentiroso. —Su surruro se adentra hasta que se clava como un cuchillo en mi cuerpo. Pero soy incapaz de responder. — Podría matarte justo aquí y nadie te escucharía.

Sé que lo dice en serio por su mirada, si le doy una sola razón para que lo haga, lo hará. Y ahora entiendo lo que tengo que hacer.

—Si eso es lo que quieres. Adelante, si eso te hará feliz. Deshazte de mi para siempre, no volveré a molestarte.

Veo una lágrima rodar por su mejilla. Pero ninguna otra le sigue.

Baja el arma de la forma más lenta que puede hacerlo. 

Se aleja y guarda la pistola para irse de la cocina pero la detengo antes de que lo haga. Sin pensarlo dos veces estampo mis labios sobre los de ella.

Al principio se resiste pero sigue el beso  sin quedarse atrás. Luego hace algo que no espero: toma mi brazo y lo gira hasta el tope por sobre mi espalda.

—No te va a ser tan fácil esta vez.

Suelta mi brazo y sale como un rayo del lugar. Maldición, sí que duele. ¿Qué demonios con esta chica?

Me quedo en la cocina masajeando el hombro lastimado y no vuelvo a saber de June. Decido salir un rato mientras que el sol no asedia.

Si antes había sido difícil con ella, ahora estoy seguro de que me hará un maldito infierno.

A medida que lo pienso me sorprendo con una sonrisa en la cara. Esa es la chica que conozco y que amo, a fin de cuentas. Voy a atravesar cualquier obstáculo que me ponga en frente, porque el unico infierno real sería si ella se alejara de nuevo.

Unos minutos después, creo, vuelve a bajar con ropa deportiva.

No veas de más. No veas de más.

Pero mi fuerza de voluntad es nula y termino recorriéndola con la mirada de arriba a abajo. Me queda claro que es una mujer hecha y derecha.

Pero para cuando reacciono ella ya se fue de la casa y una dormilada Andrea baja en su lugar, bostezando.

—Buenos días...—Se frota los ojos y entra a la cocina. —Quítate, tengo que hacer el desayuno. —Pero para en seco y luego voltea a verme sonriente. —No, mejor me ayudas a hacerlo.

Y así termino siendo el ayudante de cocina de una cheff bastante exigente.

Andy hace magia en la cocina y convierte simples ingredientes en excelentes platillos apetitosos. Y eso que sólo es el desayuno.

Cuando terminamos, la puerta vuelve a abrirse dejando pasar a June seguida de un odioso Santiago.

—¿Vas a desayunar, Santi? —Le grita Andrea mientras acomoda los platos en la mesa.

—No, gracias. —Levanta una mano en señal de agradecimiento. —Ya desayune de camino.

—Como quieras. La mesa está lista.

Nos sentamos los cuatro y comenzamos a comer, aunque June solo come unos cuantos bocados antes de levantarse de la mesa y excusarse.

—¿Cuánto ha estado comiendo, ultimamente? —Le pregunta a Andy.

— Ha mejorado. Casi nunca desayuna.

¿June tiene problemas con la comida?
Pero no tengo tiempo para preguntar porque cambian el tema y yo me quedo resagado en su conversación.

Al parecer, June trabaja en las tardes, no dijeron dónde, y Andrea en las mañanas en una veterinaria. Así se ocupan de la casa a sus turnos y los fines de semana descansan.

Después del desayuno cada quién se va por su lado, Andrea va a vestirse para salir, Santiago también se despide y de June no se sabe nada. Me ofrezco a lavar los platos.

Hoy se supone debo de irme. Mi estancia en el hotel se acaba al medio día y mi motocicleta sigue ahí.

—¿Vas a quedarte hoy también? —Andy aparece detrás de mi. —Si te estás hospedando en algún lado, con gusto te recibiremos aquí, pero deberás aportar en algo.

—Puedo buscar un trabajo en algún gimnasio cerca. Solía trabajar en uno como entrenador.

—Mmmm, no creo que sea buena idea. No es que los gimnasios sean sensación en este lugar. —Toma una hoja y una pluma para garabatear algo. La deja en la isla.— Ve a esta dirección, pueden tener trabajos disponibles, pregunta por Cain y dile que te envío yo. No te dejes intimidar por él, ama hacer eso. Abren a las ocho de la tarde pero si buscas trabajo te dejarán entrar antes.

Se va sin esperar respuesta. También eso le enseñó June, de seguro.

No pierdo más tiempo y salgo de la casa. Primero necesito ir al hotel por mis cosas y luego iré a la dirección que me dio Andrea para el trabajo. No voy a echar a perder esta oportunidad.

The Fucking King #TFQ2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora