Coincidencias

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(Maratón 3/5)

Una puerta negra es lo único que me da la bienvenida al llegar al lugar que Andrea me envió.

Todas mis cosas ya están en la casa y de mala gana June me ayudó a ponerlas en el pequeño cuarto, aunque tampoco traje mucho conmigo.

Al parecer, la dirección corresponde a un club famoso. Bastante apropiado para una playa. Siendo sincero, no sé qué podría hacer en este lugar, nunca antes fui barista ni nada parecido.

Su estilo corresponde a algo bastante juvenil. Son dos cajones de carga juntos de color negro con manchones verdes.

La puerta se abre y una chica con más tatuajes que piel y un pircing en el labio, aparece. Su cabello es negro y las puntas parecen gotar rojo sangre, es de baja estatura pero bastante delgada.

—No abrimos antes de las ocho. —No da tiempo a que conteste cuando ya esta cerrando la puerta. Reacciono y la detengo.

—Estoy buscando a Cain.

La chica levanta una ceja pero no dice más. Vuelve a abrir y me deja pasar.

Me cuesta unos instantes adecuarme a la luz tenue del lugar. Todo parece una bodega enorme. No hay mesas solo una gran barra por el costado izquierdo que supongo es para el que sirve las bebidas. A mi izquierda hay unas escaleras de metal que llevan a un apartado superior. Desde arriba puedo ver por un barandal a todo el piso inferior. Hasta el fondo hay una cortina ligera que separa.

—Apresurate. No tenemos todo el día.

Sigo a la chica a través de la cortina. Una puerta de madera aparece. La chica no duda en tocar en un ritmo antinatural y se va sin decir nada más.

No tarda mucho en salir un hombre gigante. Su piel es morena y de rasgos faciales gruesos. El cabello se le asoma algo revuelto, su apariencia es la de un matón.

Viste pantalones negros y una chaqueta de cuero sobre una camisa blanca.

—¿Qué quieres? —Espeta mientras se cruza de brazos. ¿Cómo rayos una chica como Andy conoce a este tipo?

—Busco trabajo aquí.

—No estamos contratando. —Al ver que no me inmuto vuelve a hablar. —Si tanto lo quieres serás uno más de la limpieza y veré que quedes en el área de los baños. Te diré que la paga no es tan buena. —Suelta con una sonrisa ladina.

Joder, creo que no me queda de otra. No quería tener que usarla.
—Andrea me envió a buscar trabajo aquí. —Y tal como lo espero el hombre empieza a reaccionar.

—¿Conoces a Andrea? Vaya. No es que me interese pero ¿cómo ha estado? Hace tiempo que no viene por aquí. —Se aclara la voz con una tos rápida. — ¿Has trabajado alguna vez de barista? Tu cara no se puede desperdiciar en un lugar como este.

—No, señor. No tengo experencia en ese campo.

—¿Señor? ¿Dónde crees que estamos?

—Lo siento. Estuve en la escuela militar hasta hace poco.

—Ya veo. —Se agarra la barbilla dejándome ver sus anillos y el arete de su oreja. — Ven conmigo.

Lo sigo de regreso hasta la barandilla del segundo piso. Los empleados están en su ajetreo, ordenando las cosas antes de abrir.

Cain golpea la reja con sus anillos llamando la atención de todos.

—Tenemos un nuevo barista. Que no cause revuelos y Walter, tú serás quien lo capacite. Si hace algo de lo que me llegue a enterar tú serás quien pague las consecuencias. ¿Entendido?

—¡Si! —Responden todos.

—¡A trabajar! Abrimos en media hora. — Se aleja del borde y regresa conmigo. —Tu turno, princesa. Baja y tu tutor va a estar abajo. Él te va a enseñar todo. No quiero problemas, a la primer seña de que no haces tu trabajo, estás fuera.

—Si, señor.

—Pffft. —Se va sin decir nada.

Bajo y un chico pecoso de lentes me recibe. No parece tener ni un pobre músculo. Viste esmoquin y un gracioso corbatín.

—Soy Walter, puedes decirme Walt. Ven, por aquí, te mostraré lo que vas a hacer.

Me dejo guiar hasta la barra de crital. Ambos entramos por un costado.

—Nuestro trabajo es entregar las bebidas que nos pidan. La mayoría pide cerveza entonces no es muy complicado. —Señala debajo del mostrador. — Ahí están todas los otros tipos de licores que tenemos, casi nunca se acaban. Lo único que tenemos que hacer es servirlas en un vaso o copa y ya. Tenerlos por separado sería un alboroto entonces ya los tenemos listos. Así es más rapido.

—No parece complicado.

—No lo es. — Sonríe. —Aún no sé tu nombre.

—Parker.

—¿No tienes ningún apodo? —Frunce el ceño. Niego con la cabeza. —Bueno, te daremos uno aquí. Todos tenemos apodos. A mi me dicen "Walt" o "Moñitos".

—Puedo ver porqué. ¿No te molesta? —me recargo en la barra cruzando los brazos.

—¿Qué cosa?

—Que te llamen Moñitos.

—Pues no. —Se pone la mano en la nuca. — Me gusta usar moños.

—No sean holgazanes o le diré a Cain. —Llega la misma chica con la que me topé al principio.

—Ah, si. —Walt baja la mirada y me parece ver un sonrojo. —E-el es Parker. Aún no tiene apodo.

—No me importa, Moñitos, solo pónganse a trabajar de una vez. —Y se va.

Walt deja salir el aire y vuelve a levantar la cabeza. Se queda mirando dónde ella estaba hace unos segundos con la mirada perdida.

—¿Quién es?

—Ella es Alexandra, le dicen Tinta. Ya sabes porqué. Es la chica más increíble.

—¿Te gusta? —Levanto una ceja. Es un buen chico y es casi cómico imaginarlo con ella. Todos unos polos opuestos.

—¡¿A mi?! —Se alarma. —¿Tan obvio soy? —Se recarga en la palma de su mano sobre el mostrador, viendo a mis espaldas, donde supongo está ella. —Entré a trabajar aquí por ella. La conocí una vez que vine al club y ella era dropper (persona que lleva las bebidas en un club). Me enamoré de ella en ese mismo momento. Se veía tan linda. Era la mejor y lo sabía, pero luego llegó El Látigo y se obsesionó por ser mejor que ella.

—¿El Látigo? —Joder ¿quién saca los nombres tan absurdos?

—Otra dropper. —Suspira.— Cree que son rivales. Puede parecer ruda y mala pero sé que por dentro es una chica temblorosa y amable.

—Okay. Demasiado amor para mi.

—Hablando del Latigo, ya llegó. —Señala detrás de mi y me volteo para ver.

La respiración se me corta y mi corazón no puede dar una palpitación más.

June está con otra chica. Su cabello atado en una coleta alta desordenada, lleva un atuendo bastante revelador que consiste en unos shorts cortos negros, una blusa de tirantes pegada al cuerpo de color blanco y una cinta roja en la garganta.

Antes de que pueda reaccionar de mi parálisis, voltea en mi dirección y la sonrisa de su rostro se desvanece en un segundo. Desde donde estoy puedo ver su enojo, probablemente esta gruñendo bajo.

Andrea, si sobrevivo te asesino.

The Fucking King #TFQ2Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin