Wrong number || MinSung

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❝De confesar secretos y vueltas a casa.❞

–¡Minho! –una voz inundada de angustia, seguida del golpe seco que produjo la madera de la puerta chocando contra la pared,  fue lo único que sonó en el hogar de Lee a las ocho y media de la mañana– ¡Minho, te necesito ahora mismo!

Lloriqueaba, necesitando urgentemente que la presencia de su mayor apareciera en seguida por la puerta de la única habitación de la casa. Miraba a todos los lados, ansioso, hasta que su mirada se quedó fija en un elemento nuevo que no había visto con anterioridad.

Una gato. Un gato que lo estudiaba de forma criticona con sus ojos felinos, posiblemente ofendido por haber sido despertado de aquella forma tan estrepitosa.

El menor le devolvió la mirada disgustada. A él no lo miraba de esa forma nadie, y le daba igual si era un gato o no. Se merecía cierto respeto.

–Lamento el día en el que te cedí las llaves de mi casa –la adormilada voz del rubio hizo eco por las paredes del mínimo pasillo en el cual se encontraba su habitación.

Frente al menor apareció el dueño de la casa, solo cubierto con unos pantalones de pijama de color oscuro, y su cabello despeinado mostrando que acababa de despertar. Sus clases empezaban a las once, por lo que estaba aprovechando esas horas para descansar antes de despertarse, si no hubiera sido por el chillido agonizante de cierto chico exagerado, que había decidido irrumpir en su casa tan temprano por la mañana.

–De hecho, no entiendo por qué todos te dimos las llaves de nuestras casa –volvió a hablar, en medio de un bostezo, mientras extendía sus brazos al cielo, desperezando su cuerpo. Algo le decía que no podría volver a dormir– ¿Qué coño quieres? Y, de todas formas, ¿Cómo has entrado a mi casa? No tienes las llaves del portal.

Acababa de caer en ese pequeño detalle.

–¿Acaso eso importa ahora? –inquirió el joven, tratando de cambiar de tema– ¿No vas a preguntarme por qué entré de tal forma a tu casa?

–Es que me preocupa más el hecho de que hayas entrado.

–Minho –advirtió.

–Hyunjin –lo imitó.

–En serio necesito hablar con alguien –terminó diciendo, en medio de un suspiro cargado de angustia. Pasó sus temblorosas manos por las claras hebras de su cabello, mientras miraba al suelo y comenzaba a dar vueltas inquieto–. Creo... Creo que la he cagado con una persona importante para mí, o algo así –regresó su vista a las facciones del mayor–. ¡Ni si quiera sé si lo puedo considerar como alguien importante! Lo único que sé es que hice algo que no debía, y hay una alta probabilidad de que haya dañado a esa persona.

El mayor lo escuchó atento, dando un suave asentimiento, comprensivo, cuando terminó de hablar. Sus ojos pasaron por la figura de su amigo, repetidamente, escaneando con seriedad la situación en la que se encontraba; no se veía bien anímicamente, eso estaba claro, por lo que Lee no tardó en suspirar, y señalar con una de sus manos el sofá, indicando que tomase asiento.