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Leed la nota del final, por favor.

❝De tormentas que terminan en calma

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De tormentas que terminan en calma.

De un momento a otro su cuerpo estaba tendido sobre la cama.

Su respiración era errática, y el palpitar de su corazón se escuchaba con intensidad contra sus tímpanos. El pánico inundaba todo su ser mientras notaba como las manos ajenas se fijaban sin cuidado alrededor de sus muñecas, apresando sus brazos contra la mullida superficie del colchón, mientras corrompía su boca sin permiso.

Jisung trataba de alejarse, de moverse, pero el cuerpo del mayor era considerablemente más grande, y él nunca fue un chico demasiado fuerte.

Tenía sobre él a Taeyang, aquel chico de agradables sonrisas ligeras, y lindo cabello oscuro, que en más de una ocasión le había robado suspiros y causado sonrisas, pero que, ahora, con unas notables copas de más, estaba sometiéndolo a hacer algo que jamás quiso.

Los labios del pelinegro tomaban los propios con demanda, sin delicadeza. Tenía sus piernas a ambos lados de su cadera, y el cuerpo practicamente echado sobre el más pequeño, impidiendo que se escapase, o tan si quiera se moviera. Su respiración también era pesada, y por momentos el agarre en sus muñecas flojeaba, pero jamás se soltaba.

Jisung no continuaba los besos, no aceptaba caricias, y no se mantenía quieto. Jadeaba bajo los labios de Shin, exigiendo que lo soltara, y forcejeaba con él para liberarse de su agarre.

Estaba atacado, mareado, sin procesar bien la situación, y sin reaccionar como a él le hubiera gustado.
Su cabeza no conectaba con sus articulaciones, y sus fuerzas eran menores que de costumbre; se sentía ahogado.

–Jisung... –gruñó él, alejándose por segundos de su boca. Cuando sus ojos dieron con la expresión asustada del menor, su ceño de suavizó, y una de sus manos libero la muñeca contraria. Aunque no por mucho tiempo, pues no tardó en apresarla junto a la otra– ¿Qué sucede...? ¿No te gusta? –indagó. Su aliento a alcohol chocando contra la nariz de castaño.

Jisung negó con la cabeza, desesperado, percibiendo como sus ojos comenzaban a cristalizarse, y su garganta ardía. Estaba intentando contener el llanto, estaba tratando de guardar una mínima calma para no perder del todo la razón.

–Tae-Taeyang, por favor, suéltame –suplicaba, con la voz rota, y la respiración cortada. Sus manos, aún inmovilizadas, temblaban, y la muequecita asustada en sus labios no pasó desapercibida por el mayor.

Shin hizo una mueca, ladeando la cabeza. Negó, sujetando con más fuerza el agarre de sus manos al percibir como volvía a forcejear para zafarse, y ahuecó una de las mejillas del menor con su mano libre, sonriendo ligeramente tras eso.

–No... No, Sung, ¿Por qué dices eso? –su voz salía extraña, más lenta que de costumbre, menos preparada. Soltaba lo primero que pasaba por su mente, y no discernia bien lo que ocurría en la realidad– Te gusto, me gustas, nos gustamos... Me lo dijiste –susurró, desplazando su tacto desde su mejilla, hasta su cuello, dejando suaves caricias que le ponían los pelos de punta al menor–. Esto tiene que pasar, debe hacerlo.

Wrong number || MinSung Where stories live. Discover now