Sesión número 9

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Las gotas chocaban implacables contra el suelo y los truenos retumbaban de vez en cuando. El cielo estaba tan oscuro que parecían las seis de la tarde cuando apenas eran las dos. Era extraño que se desatara una lluvia como esa en pleno noviembre, y por eso había ignorado las advertencias del hombre del clima. Pero le había atinado. ¡Y de qué forma!

—Solo espero que esto no me augure un mal día —resoplé. Con lo sucedido el día anterior me bastaba y sobraba.

Apenas había un par de clientes en el restaurante y no habían entrado precisamente para comer. Solo estaban tomándose un té caliente como para justificar su presencia, cuando la verdad era que se estaban resguardando de la lluvia.

—Odio la lluvia —dijo Lucia a mi lado.

—A mí me gusta. Ver las gotas caer me relaja mucho.

—Te da sueño querrás decir.

—Lo que provoca es tomarse un buen trago de whisky para pasar el jodido frío —nos sorprendió Derek, detrás de nosotras.

—Bueno, jefe, si tiene la botella, recuerde compartir con sus empleadas —dijo la morena en una sonrisa.

—¿Para qué me demanden luego? No, gracias —respondió y continuó su camino hacia la oficina.

—Pero que tacaño ―refunfuñó ella.

Sonreí y negué con la cabeza. Lucia siempre sería un caso.

Volví la mirada hacia el ventanal, dándome cuenta que, en vez de menguar, la intensidad de la lluvia aumentaba. Dejé ir un suspiro; moriríamos de aburrimiento sin clientes que atender.

¿Por qué tenía que llover justo un sábado?

—El clima no va a mejorar hasta la noche, es lo que dicen en las noticias —dijo Miranda.

—Bueno... podemos aprovechar el momento para conversar. No creo que a los Brown les importe que nos sentemos un rato. —A falta de trabajo, solo quedaba el parloteo.

Punto para Lucia.

Comenzamos a conversar de varias cosas, del novio de mi amiga, del enamoramiento secreto que tenía Miranda por Elliot y, por supuesto, el nombre de Victor no podía faltar.

—Aun no puedo creer que le dijeras "Señor acosador".

—¡Vamos! Se merecía pasar un poquito de pena por alimentar nuestra curiosidad por tanto tiempo ―se justificó Lucia.

—¡Incluso se sonrojó un poco! —agregó Miranda—. Fue muy tierno.

¿Y yo me había perdido eso? ¡No era justo!

—Y, por cierto, ¿cómo les terminó de ir ayer?

Sonreí al recordar nuestra sesión. Había sido la más corta de todas, pero en definitiva se había convertido en mi favorita porque estuvo llena de sentimiento, comprensión y apoyo. Por eso quería hacer algo especial para él, para agradecerle el haberme escuchado y por sus maravillosos consejos, aunque todavía no sabía que darle.

Victor era un hombre elegante y brincaba a la vista que su trabajo le permitía tener una vida holgada, así que no sabía que podía hacer yo, siendo una simple estudiante becada que trabajaba medio tiempo en restaurante para costear sus gastos.

—Debo decir que fue muy lindo ser escuchada y reconfortada —dije, sonriendo—. Nunca pensé que Victor fuera un hombre tan dulce.

—Creo que nadie, Issy. Pero nos alegramos que seas tú quien lo esté descubriendo.

21 preguntas para enamorarseKde žijí příběhy. Začni objevovat