Sesión número 18

1.5K 163 44
                                    

—¿Qué hago?

Dejé caer mi cabeza sobre la mesa y comencé a darme golpecitos con ella. ¿Cómo había podido ser tan ilusa? ¿Qué tenía la situación controlada? Me reí de mí misma.

Giré mi cabeza y observé la pantalla de mi teléfono para leer de nuevo el mensaje. Era un saludo, un simple: "Hola, gatita. ¿Cómo te sientes hoy?" que había hecho saltar mi corazón más que un canguro. Si un solo mensaje me había hecho sonrojar hasta las orejas, ¡¿qué iba a pasar cuando estuviéramos frente a frente?! Mínimo me desmayaba de la vergüenza.

Mis dedos estaban dispuestos y listos para escribir una respuesta, pero mi cerebro había decidido lanzarse a una huelga. ¡No se me ocurría nada! Escribía y borraba, escribía y borraba, y en un momento de desespero, había terminado enviando un "Bien", para arrepentirme después porque yo no era así. Yo no solía dar respuestas escuetas y Victor lo sabía, él no era tonto.

Suspiré, si las cosas seguían así, el proyecto se iría al carajo... y sería mi culpa.

Mi móvil sonó y no necesitaba revisarlo para saber que era él, seguramente preguntando qué rayos estaba pasando conmigo. Estaba metida en un problema colosal y no sabía qué hacer para resolverlo. Evitarlo no era una opción porque necesitaba seguir adelante con el proyecto, tampoco lo era el cambiar mi actitud con él porque sospecharía de inmediato... la única salida que me quedaba, era enfrentarlo.

—Pero no quiero hacerlo —gimoteé.

¡Ah! ¿Por qué rayos había tenido que beber?

Lo peor de todo era que no dejaba de rememorar ese beso. Admitía que no tenía una amplia experiencia en la materia, pero de que Victor sabía besar... sabía. Ese hombre, con tan solo un beso, había logrado desencadenar un montón de sensaciones electrizantes y placenteras que no había sentido nunca. No era virgen, hace mucho había dejado de serlo, pero nunca había sentido una conexión tan... perfecta con un hombre. Los movimientos, las caricias, los roces... todo había sido como una danza sincronizada, y nuestros cuerpos se habían amoldado de tal forma que... de solo acordarme me daba calor.

Era cierto que había estado demasiado happy, pero había logrado recordare todo lo que sentí y viví esa noche. Benoist me había transportado al mismísimo cielo y el jodido problema era que quería volver a vivirlo.

Solté un suspiro lastimero; si el beso no me hubiera gustado, estaba segura que podría afrontarlo con serenidad y decirle que había sido una estupidez de mi parte, pero no era así. Ambos habíamos disfrutado de ese beso malévolo y por eso no me atrevía a verle la cara.

¡Dios! Ni siquiera podía creer que un hombre como ese me hubiera besado a mí. Él era tan... tan... ¡Era fuego puro! Tan seguro, tan enérgico, tan vibrante. Victor era un hombre con una presencia poderosa y avasallante que me hacía sentir muy abrumada. Era como comparar a un lobo con un chihuahua.

Mierda, ya estaba divagando demasiado.

Desbloqueé mi teléfono; la notificación del mensaje brillaba en la pantalla. Dando un suspiro, largo y profundo, me digné a leer su mensaje:


Lobito sexy _ 07:45

¿Te parece bien vernos a las once?


Me gustaría que me pudieras acompañar a un lugar.

¿Eso era todo? ¿No iba a preguntar nada de mi escueto "Bien"? Mis manos apretaron el teléfono con más fuerza de la necesaria y un resoplido salió de mi boca. Al parecer, Victor no me conocía tanto como yo creía.

21 preguntas para enamorarseWhere stories live. Discover now