Sesión numero 12

1.5K 167 206
                                    

Ya había perdido la cuenta de cuantos suspiros había dado en lo que iba de día. No tenía nada que ver con el clima porque, a pesar del frío, el sol brillaba con esplendor. Tampoco tenía que ver con la universidad, aunque Reedus nos había salido con que debíamos entregar un resumen de nuestros avances al día siguiente, en una clase especial. Sí, estaba nerviosa por tener que aceptar frente a él que iba retrasada, pero sabía que, si preparaba una buena sinopsis, Reedus se sentiría satisfecho y dejaría pasar mi desfase... o eso esperaba.

Y allí iba otro suspiro.

—Deja de suspirar tanto, amiga. Ni que Victor se hubiera ido al Himalaya —dijo Lucia, riendo a mi lado.

—No estoy suspirando por él —resoplé y fruncí mi ceño—. Tengo que entregar un informe mañana y estoy un poco nerviosa.

—Claro... y todos los suspiros que has dado se deben a eso.

¡Hey! Podía reírse, pero había necesidad de ser sarcásticos.

—Esto es serio. Debo admitir frente a todos que voy retrasada.

—Y todo saldrá bien, Issy —dijo Miranda a mi otro lado—. Eres muy lista, sé que lograras convencer a tu profesor de que todo va muy bien y la opinión de tus tontos compañeros no importa.

—¡Sí! ¡Que se metan su opinión por donde les quepa! —Apoyó Lucia, haciéndonos reír—. Y volviendo a nuestro señor acosador, ¿ha dado señales de vida hoy?

Otro suspiro... bueno, quizás algunos si se debían a él.

Respondiendo a su pregunta, Victor si se había comunicado conmigo y, contra todo pronóstico, no me molestó que lo hiciera a las cinco de la madrugada cuando estaba por abordar el avión; hasta me había parecido muy lindo de su parte. Y debía agregar que no volví a dormirme, esperando que me avisara que había aterrizado en Verna una hora y media después. ¿Ventaja? Tuve tiempo de prepararme un excelente desayuno... quizás podía acostumbrarme a la idea de despertar temprano... ¡Bah! ¿A quién engañaba? Yo era una dormilona consagrada, prefería correr que sacrificar sueño.

El asunto fue que después de ese mensaje, no había sabido más de él. Podía escribirle yo, era cierto, pero me daba pena hacerlo porque estaba casi segura que tenía mucho trabajo y no quería interrumpirlo.

Y allí iba otro suspiro... Tenía que dejar de hacerlo o me quedaría sin aire.

—Bueno, no te preocupes. Seguro él encontrara un tiempo para que realicen su sesión hoy ―dijo Miranda.

—No es eso, chicas —dije—. Lo que me preocupa es que Victor esté muy cansado y, aun así, quiera hacer la sesión.

—Eso, linda gatita, te dice cuan comprometido está ese hombre contigo —dijo ella, guiñándome un ojo y se fue a atender una mesa.

—¿Qué...? Pero...

—A mí no me mires, yo pienso igual que ella —dijo Lucia, con mirada brillante—. Los he shippeado incontables veces. Es que, cuando están juntos, ¡saltan chispas! —añadió y me dejó sola... hundida en un remolino de sentimientos.

No, un remolino no, ¡era un jodido huracán!

Agh... sacudí mi cabeza y me enfoqué en mi trabajo para no tener que pensar en Victor, pero el idiota no salió de mi cabeza. Y como si lo hubiera invocado, mi teléfono vibro en mi delantal: era un mensaje de él.


Idiota sexy _ 14:12

He visto algo que me recordó a ti y no pude evitar comprarlo. 

21 preguntas para enamorarseWhere stories live. Discover now