47. El funeral más divertido del mundo

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—Jaden, ¿qué rayos haces? Son las dos de la mañana

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—Jaden, ¿qué rayos haces? Son las dos de la mañana.

No dejo de empacar las pertenencias de mi escritorio dentro de la caja, pero desacelero para enarcar una ceja al verla acomodarse la tira caída del vestido.

—Como soy un caballero, no preguntaré qué estás haciendo tú aquí.

Berta me lanza la mirada afilada y pone los brazos en jarras.

—No preguntarás porque soy tu jefa —corrige.

—Eras —recalco haciendo un ademán a la caja—, porque renuncio.

En lugar de preguntar por qué, se acerca y me ayuda a empacar. Es ahí cuando reconozco que es la madre más cercana que tengo y tendré.

—No me diste el trabajo por favoritismo —acuso—. Fue una lección, ¿verdad?

Muestra una sonrisa sabelotodo de labios apretados pero no me mira a los ojos.

—Luego de que salvaste a Naima era fácil notar que no apostarías por un futuro en el fútbol americano. Estabas asustado y este trabajo te hacía sentir seguro, pero siempre fue algo pasajero; un tiempo fuera. Tarde o temprano lo dejarías en cuanto te sintieras listo para volver al juego. Si te di el puesto fue porque a veces nos engañamos creyendo que sabemos lo que queremos, pero en cuanto lo obtenemos caemos en la cuenta de que anhelamos otra cosa.

—Pero yo no me hubiera percatado de eso sin que Billy...

Cuando alza la mirada, lo entiendo.

Berta sabía que Malcom Beasley iba en el autobús que me atropelló. Ella se encargó de filtrar un nombre falso por mí en la prensa cuando se lo pedí. Me ayudó a recomponer mi vida yendo a la universidad y dándome trabajo. Sabía quién era Billy Anne y que, al contratarla, íbamos a conocernos y tendría que enfrentarme al pasado. Posiblemente fue la persona que hizo llegar a oídos de los Beasley que mi hermana estaba buscando una compañera de piso.

Ahora que lo pienso, Ibeth no tenía dinero para irse a Nueva York así como así. Berta, en cambio, tiene mucho y no sería la primera vez que lo regala o lo presta. Pienso en la competencia laboral, la cantidad de tiempo y proyectos que nos hizo hacer juntos, y que nos enviara a acampar como si fuéramos niños... Ella no actuó como una jefa. Manipuló la situación como solo una madre puede hacerlo. ¿Me dio el puesto por favoritismo? No. Es inteligente y conocía a Billy. Sabía que ella iba a saltar ante la injusticia y me diría todas las verdades a la cara, como también que sería de la única persona a la que le daría la razón.

Sabía que llegaríamos a este momento, conmigo renunciando.

—Eres un genio maligno —digo anonadado—, pero lo que hiciste con Billy estuvo mal. La usaste para que pudiera arreglar mi vida. Eso es terrible.

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