* 19 *

9.8K 953 100
                                    

Nos miramos un buen rato en silencio, como si los dos nos perdiéramos en ese recuerdo ahora tan lejano.

—¿Qué deseo pediste? —inquiero con curiosidad—. En aquel cumpleaños, digo.

—Si mal no recuerdo esos eran secretos que no compartíamos —dice y me guiña el ojo.

—Ha pasado demasiado tiempo —insisto—, creo que podrías decírmelo.

—No, yo creo que no —responde—. No se ha cumplido aún.

—Vaya...

—Ese fue uno de mis mejores cumpleaños, ¿sabes? Estaba muy triste cuando inició el día y lo acabé feliz. Castigado, pero feliz —sonríe.

—Entonces, ¿qué hacemos? —pregunto y cambio de tema.

—Bueno... podríamos comer algo de camino a casa y pues, debes ir a tu casa, seguro tu padre está preocupado.

—Sí, seguro. ¿Tú? ¿Qué harás? —pregunto.

—Pasar el día con mamá. Llegué ayer, no tuve mucho tiempo de hablar con ella. Ya sabía que venía, le llamé un día antes, pero aún no hemos tenido tiempo de compartir.

—Te ha extrañado mucho, no debiste alejarte de ella tanto tiempo —musito—. Ha sufrido en soledad...

—Venir me resultaba muy difícil... no pretendo que lo entiendas...

—No se trata de eso, ¿sabes cuánto daría yo por un día más con mamá? ¿Cuántos días has perdido con la tuya?

—Tienes razón, Sol, no debí alejarme por tanto tiempo. He sido un cobarde, lo acepto.

No digo nada, siento su dolor y su culpa, y creo que ya tiene suficiente con eso.

—Tu mamá te ha perdonado todo, lo único que desea es volver a compartir contigo, ser parte de tu vida y que la dejes ser parte de la suya. No la alejes más, ha dado todo por ti, siempre...

—Lo sé, no volveré a hacerlo —promete.

Me levanto de la cama y comienzo a vestirme, él me observa y no dice nada. Un rato después él hace lo mismo, guarda sus cosas en la maleta y salimos, no sin antes dejarle la llave a un encargado que viene a chequear la cabaña.

Salimos hasta la camioneta, el sol está bien alto. Es cerca del mediodía, paramos en un comedor cercano y ordenamos algo, también compramos pastel de limón para llevar, es el favorito de su madre.

Cuando llegamos, él estaciona la camioneta y los dos nos quedamos en silencio por un buen rato. Por un instante, tengo miedo de bajar y que todo esto haya sido solo un sueño, él parece percibirlo, me regala una sonrisa.

—Todo saldrá bien, ya lo verás —promete—. No quiero que esto sea pesado para ti, puedes ser sincera conmigo en todo momento y decirme lo que deseas y lo que no —añade.

—Gracias —susurro—. Por venir... por hacer esto... Imagino que es mucho lo que dejaste atrás para regresar...

—Solo he dejado atrás el orgullo y el miedo —dice.

No insisto, me gustaría saber qué es de su vida ahora, pero no es el momento para preguntar, debemos bajar y volver a nuestras respectivas casas.

—Saluda a tu mamá de mi parte —añado y me bajo, él hace lo mismo y yo cruzo la calle para meterme a mi casa.

Al entrar, papá está en el sofá, ve una película o algo en la tele.

—¿Cómo ha ido? —pregunta.

Hagamos un tratoWhere stories live. Discover now