* 35 *

6.3K 783 71
                                    

Durante las siguientes dos semanas, nada sucede. Tomás y yo de pronto pasamos poco tiempo juntos, él siempre tiene algo que hacer, llevarle a su madre a algún sitio, hacer compras para la casa, ir a ver no sé qué en no sé dónde... Y yo no entiendo lo que pasa, siento que me evita... y eso me lastima.

Me levanto y voy a desayunar, papá está allí leyendo el periódico.

—¿Cómo estás? —pregunta—. ¿Vas a salir?

—Sí... iré a ver a Tomás un rato —digo y él asiente.

—¿Cómo va eso?

—No lo sé... está raro, se aleja de mí... siento que me está evitando.

—¿Estás segura? —pregunta.

—Sí... —respondo.

—¿Y cómo te hace sentir eso?

—Confundida, supongo...

—Bueno... cada uno tiene sus tiempos, ¿sí? Solo ten eso en cuenta —dice y yo asiento.

Luego de desayunar, voy para su casa, lo encuentro justo cuando está saliendo y parece sorprendido al verme.

—¿A dónde vas? —inquiero al verlo con una mochila al hombro.

—Tengo que ir a Luces, ha surgido algo —indica encogiéndose de hombros y yo levanto las cejas sorprendida.

—¿Ibas a ir sin decírmelo?

—No... —suspira—. Me llamaron de la oficina y me pidieron que fuera para reemplazar a alguien por un par de días... Volveré pronto.

Lo miro, estoy consternada.

—¿Y si no lo haces? —pregunto.

—Claro que lo haré, Sol... Todavía no hemos cumplido nuestro tiempo —responde de mala gana.

Lo noto nervioso, pero no dice nada. Se acerca y me da un abrazo.

—Lo siento, solo amanecí de mal humor. Volveré... lo prometo.

—Y ¿si voy contigo? —digo y él se aparta con sorpresa.

—¿Qué? No... Bueno, no sé, te aburrirías... yo tengo que hacer unas cosas y...

—O me dejas ir contigo o mejor no vuelvas —añado con enfado.

Sé que estoy siendo infantil, pero temo volver a perderlo y actúo desesperada.

—¿Te has vuelto loca? —inquiere.

—Tardaré diez minutos en preparar mi ropa —respondo y señalo mi casa.

—Pero...

—No molestaré, no hablaré, solo... quiero conocer tu ciudad, tu casa... el mundo al que ahora perteneces —susurro.

—Bien... está bien —admite en medio de un suspiro.

Sonrío y me pongo a saltar de la emoción.

—Espérame, regreso en un rato —digo y él asiente. Lo noto confundido.

Entro a casa, meto un par de ropas en una mochila y salgo avisando a papá que iré con Tomás a Luces.

—¿A Luces? —pregunta él.

—Sí... serán solo un par de días, estarás bien. Si necesitas algo, pídeselo a Ana —digo besándolo en la frente.

Papá sonríe y asiente.

—Estas son claras muestras de que no existen límites, ¿eh?

—¿Qué? —pregunto cuando ya casi estoy en la puerta.

Hagamos un tratoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant