* 36 *

6.8K 797 92
                                    

Cuando Tomás llega cerca de la hora del almuerzo, Samantha no parece estar por ningún lado. Él me pide que lo acompañe, que me invitará a comer en un lugar especial. Asiento y salimos, vamos caminando.

A solo cinco cuadras del departamento, un río atraviesa la ciudad que parece florecer alrededor. Tomás me guía hasta un restaurante y entramos.

—Pescado —dice—. Aquí puedes comer los más ricos.

—¿Te gusta el pescado? —inquiero y él asiente—. Pero lo odiabas con toda tu alma —añado.

—Pero a ti te encantaba, ¿no?

—Sí —digo y tomamos asiento.

—Aquí me sentaba yo a imaginar que te invitaba a este sitio y comías el mejor pescado del mundo, o al menos de la ciudad —indica.

Me emociona oír eso y empiezo a pensar que venir no fue tan malo, ahora no siento que lo esté estorbando ni que esté esquivándome. Me toma de la mano.

—Me agrada que estés aquí —susurra.

—Para serte sincera estaba comenzando a arrepentirme, y Sam es un poco...

—Invasiva —completa él—. Pero es una gran persona, de esas que te mira a la cara y te dice tus verdades sin tapujos, me hacía falta una de esas en mi vida, me ha ayudado mucho...

—Parece saber mucho de ti —digo.

—Sabe lo suficiente...

—¿Por qué yo no sabía nada de ella? —inquiero.

—Pues... No lo sé —responde—, supongo que este tiempo en casa dejé de lado mi vida...

Yo asiento, pero me siento incómoda. Su frase subraya lo que yo venía pensando, que esta es en realidad su vida actual.

—¿Cómo la conociste? —pregunto.

—En la universidad, somos compañeros. Hace unos años, nos tocó hacer un trabajo juntos y fui a su departamento, me contó que debía conseguir otro pues le habían pedido que lo desaloje y le ofrecí venir conmigo.

—¿Así? ¿Sin más? —inquiero—. ¿Seguro que son solo amigos?

Tomás sonríe.

—Sí, así, sin más. Y sí, somos solo amigos —responde.

—Me alegra que tengas otros amigos —digo—, o mejor dicho, otras amigas.

—Eso suena a reproche... o a celos —responde él.

En eso viene el mozo y hacemos nuestros pedidos.

—Puede ser, un poco de ambos —admito y él sonríe—. Me imaginaba que estabas más solo... digo, por las cosas que me dijiste...

—Estar rodeado de gente no significa que uno no se sienta solo —añade—, tengo amigos aquí, personas que me han hecho sentir querido e importante, que se preocupan por mí, gente sin la cual no lo habría logrado. Sam es una de ellas, luego está Roberto... y también Amy —comenta.

—De pronto siento que nuestra amistad no era tan especial —musito.

—¿Qué te hace pensar eso?

—No lo sé... La verdad es que estoy celosa, no me hagas caso —admito—, me gustaba imaginar que era tu única mejor amiga y que luego sentiste el vacío de mi ausencia.

—¿Y quién dijo que eso no es así?

—No sé, yo no tengo otro mejor amigo, ni siquiera tengo amigos —respondo.

Hagamos un tratoWhere stories live. Discover now