Capitulo 3

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Alexander suspiró al salir de la oficina del director.
Caminó hasta su hasta el salón de clases, dónde al llegar se dio cuenta que la puerta estaba cerrada. Habían transcurrido más de quince minutos, y seguramente no lo dejarían entrar.Decidió ahorrarse la vergüenza de entrar tarde, y caminó hasta una banca cercana, donde se sentó a pensar.

Por pura curiosidad, miró hacia su muñeca. Observó con detalle cómo el color amarillo verdoso empezaba a degradarse, hasta volverse lentamente un verde amarillento. Nervioso, mordió su labio inferior. Pensaba en cómo se lo diría a su madre, y las posibles reacciones y consecuencias que eso podía tener.

— ¿Alexander? —. El caribeño levantó su mirada y cubrió su muñeca con gran rapidez al observar al dueño de la voz.  El culpable del cambio de color en su muñeca.

—H-hola... —tartamudeó el caribeño.

— ¿Puedo sentarme a tu lado? —preguntó John. El pecoso recibió un asentamiento de cabeza cómo respuesta—. Gracias... ojalá pudiera  sonreírte para agradecerte, pero... ya sabes —. Ambos chicos rieron levemente ante el comentario, y antes de poder darse cuenta ya estaban mirándose el uno al otro, con un leve enrojecimiento—. Tienes... tienes algo en el labio —murmuró el azul.

Con mucho cuidado y precisión acercó su pulgar al labio del contrario y limpió el líquido carmesí de la comisura del labio del contrario. Era sangre, cosa que desconcertó y preocupó a John.
Su mirada lo decía todo.

—Tranquilo, estoy bien... sólo tuve una pelea con ya sabes quién.

— ¿Jefferson?

—Jefferson —afirmó Alex a aquella pregunta, suspirando.

Laurens sacó un pequeño pañuelo desechable de su mochila, y limpió la sangre de su pulgar.

—Toma —le ofreció el pedazo de papel a Alex—. No querrás desangrarte por tu labio, ¿o sí?

El caribeño rió brevemente y limpió la sangre que seguía en su labio.–Gracias, pecas. ¿Y qué me puedes decir sobre ti? —preguntó el caribeño con algo de curiosidad hacia John.

El castaño pensó por un momento, ¿qué podía decirle?—Bien, me encanta la naturaleza. Soy algo bueno dibujando y... —miró al contrario manteniendo el contacto visual; algo tan común que parecía ser incómodo para la mayoría de las personas no lo era en ese preciso instante. Era cómodo, tranquilo y hermoso—. Mi color favorito es el verde.

— ¿D-de verdad? El mío también... —susurró Alexander manteniendo el contacto visual que habían iniciado. Después de un corto tiempo, tuvo que mirar a otro lado para no sonrojarse, así que miró su reloj para no ser tan obvio—. Maldición... ya casi empieza mi siguiente clase.

John suspiró algo triste, cumpliendo con su estereotipo.—Creo que la mía también... —tomó sus cosas, siendo imitado por el caribeño—. Nos vemos, Alex.

—Adiós, John —susurró levantándose de la banca. Miró al castaño alejarse un poco, y después decidió caminar hacia donde sería su siguiente clase.
Al estar cerca del castaño sentía una calma inexplicable, y al recordar el sentimiento que su presencia le provocaba sonrió genuinamente, antes de llegar a su salón.

Esperó los minutos restantes y entró sentándose en al asiento más discreto posible.

— ¡¿Dónde estabas?! ¡Te esperé toda la clase! —exclamó Lafayette, regañándolo.

—Tuve una pelea con Jefferson, y pues... no podía entrar tan tarde a clase así que me senté a esperar...

El francés sólo suspiró algo decepcionado, y se sentó junto a él.

Green [Lams]Where stories live. Discover now