Capitulo 4

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John llegó a su casa agitado. Tenía los nervios a flor de piel, pero intentó ignorarlo mientras caminaba hacia su sentencia de muerte. Abrió la puerta al notarlo, estaba más nervioso, aterrorizado por lo que ocurría con su muñeca. Entró en su casa, y con gran precaución, cerró la puerta evitando que ésta sonara al cerrarla.

Con pasos lentos, pero seguros, caminó hasta las escaleras, confiado en que lo peor ya había pasado.
—Llegas nueve minutos y cincuentaisiete segundos tarde, John —escuchó decir a su padre, haciendo que su pulso se acelerara y escuchara a su corazón latir tan fuerte que creía que saldría de su pecho.
Volteó lentamente, indeciso si debería hacerlo o no.

—Hola, padre... —susurró sin mirar a los ojos a su progenitor.

— ¿Con quién estabas, John? —preguntó molesto, levantándose del sofá y acercándose a él—. No querrás engañarme, te toma veinte minutos regresar de la escuela, pero hoy te tomó más de lo debido; no sé qué pre... —se quedó mudo cuando, por instinto, sus ojos se habían dirigido a la muñeca azul de su hijo, sólo que ésta ya no era azul, era verde—. ¡¿Eso es verde?!

—No...–John, en un acto impulso cubrió la muñeca con su mano, pero su padre era demasiado rápido, tomó la muñeca del chico con tanta fuerza que no pudo resistirse. Su padre, asombrado, observó el nuevo color con detenimiento.

— ¿Quién es? —preguntó mirando a John con cierta intensidad, entrecerrando sus ojos dándole un aire amenazador. John tragó saliva y suspiró pensando en una excusa convincente.

—Es una chica... su nombre es Alexia —mintió cambiando el nombre de Alex. Sabía que, si su padre llegara a escuchar ese nombre —Alex—, seguramente enloquecería.

—No conozco a ninguna Alexia que viva cerca —dijo su padre para nervios de John.

—E-es nueva, acaba de mudarse... —mintió aún más, mientras seguía sin observar a su padre de frente. El hombre, ya comenzando a sospechar, arqueó una ceja; John, fuera de sí, había comenzado a hablar de sus sentimientos hacia la chica—. ¿Se me permitirá verla así? Sé que está mal, pero es tan agradable hacerlo... tiene un olor muy peculiar, similar al té de manzanilla en un día lluvioso, s-siento que... con lo poco que la conozco, podrá significar todo para mí.

—Me parece que eres feliz con ella, ¿eh?

—Sí... sé que querías que estuviese con Martha, pero sabes que nunca conecto con ella como lo hago con Alex, no quiero decepcionarte, pero...

— ¿Alex?

—Así le digo... —murmuró al darse cuenta del error que había cometido. Si su padre no hubiese estado allí, seguramente se golpearía la cabeza con la pared; estaba tan nervioso y avergonzado en ese momento.

—Supongo que está bien. Ojalá algún día puedas traerla... —dijo su padre soltando la muñeca del joven—. Olvida el retraso, pero sube a tu habitación y has tus tareas —ordenó dejando de verlo, regresando a la sala con pasos seguros de sí.
John suspiró... de la que se había salvado...

Se tiró a su cama y sacó su cuaderno de dibujos como de costumbre, observo con detenimiento el bello retrato de Alexander, no estaba terminado al 100% pero ver eso era suficiente para John, ¿cómo era posible enamorarse así de rápido? ¿Era normal sentir aquella conexión tan fuerte con alguien que conoces de un día? Porque ese caribeño le hacía sentir que no vivía en ese planeta, sentía que pequeñas mariposas se paseaban por su estómago, como si estuviera lleno de rosales listos para que una bella mariposa se posara en sus delicados pétalos, lo hacía sentir especial.

Tomó una bocada de aire y se levantó para buscar algunos lápices, no iba a colorearlo, no quería arruinar la preciosa cara del chico con sus nulas capacidades de coloreado, solo necesitaba sombreado –cosa que él creía que dominaba. – y se daría por servido. Al encontrar todas sus herramientas se sentó de nuevo y comenzó a trazar suaves líneas alrededor de Alex.

Green [Lams]Where stories live. Discover now