Capitulo 9

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Un golpe sobresalto al hombre dentro de esa casa, ¿quién estaría ahí tan temprano? Eran apenas las 6 y no esperaba a nadie. Se levantó de la silla y camino hasta la puerta, abriéndola un poco.

–¿Hola?

–¡Henry! ¿Cómo estás? Los extrañé mucho. –Dijo una animada rubia completamente vestida de rosa entrando para abrazar al hombre, quien también sonrió al reconocerla.

–Martha, que gusto verte ¿cómo estuvieron tus vacaciones? –La chica se separó levemente y le dedicó una sonrisa brillante, la cual ocultaba un poco sus ojeras pequeñas.

–Cansadas, pero bastante bien, claro que extrañe a muchos aquí...hablando de eso, ¿está John? Quiero saludarlo.

–¡Claro! Adelante, está en su habitación. –Martha asintió y se adentró en el hogar, comenzó a subir las escaleras con cautela y se asomó a el cuarto de su amigo, la puerta estaba levemente abierta dejando un pequeño espacio para admirar al chico acostado entre las blancas cobijas.

Martha rio al ver a su amigo abrazando a un dragón rosado de peluche como si su vida dependiera de ello, entró a la habitación y su sonrisa desapareció al ver a John. Sus ojos estaban enrojecidos y tenía rastros de lágrimas secas en sus mejillas.

Ella acaricio su mejilla y el pecoso se removió entre las cobijas con un quejido, abrió los ojos y trató de acostumbrarse a la luz. –¿Alex? –Murmuró aún medio dormido, la rubia alzó una ceja, pero negó.

–Mm, no pecas, tienes a la persona equivocada. –Le sonrió dulcemente, John al fin pudo mirar con claridad a su amiga y abrió la boca con sorpresa, se levantó un poco de su posición y la abrazo cariñosamente.

–¡Martha! Te eché de menos...–susurró entre sus brazos, las lágrimas picaron en sus ojos, amenazando a que una nueva tormenta de emociones llegará hacia él. Se separó antes de que sucediera y se sentó en su cama, tallando su ojo con cuidado.

–¿Estás usando el anillo de tu madre? Oh querido, ¿qué te han hecho mientras no estuve? –El castaño suspiro y miró su mano izquierda, también miró cuidadosamente el anillo plateado con pequeñas esmeraldas, el anillo que alguna vez utilizó su madre y el cual usaba cuando caía en la desesperación y tristeza.

–Soy un imbécil, eso es todo... –John desvió la mirada y le pasó su mano a Martha, mostrando su muñeca y el verde sobresaliente de esta. La rubia sonrió.

–Alex... –El pecoso la miro, sus ojos se llenaron de lágrimas y antes de que Martha pudiera hacer algo la abrazo con fuerza. –¿Entonces cuál es el problema, lindo?

–E-Estoy enamorado...y estoy tan jodido si él no me ama de vuelta... –sollozó en su hombro, casi como lo hizo la noche anterior, a solas, con el como único consuelo.

–Bebé, ¿has visto tu muñeca? ¡Obviamente te ama! Por Dios Jack, no dejes que tus inseguridades te cieguen. –La rubia se separó un poco de él y acarició su mejilla. –Ya, no llores, hoy iras con él, le dirás "te amo y sé que me amas" y te prometo que todo irá bien.

John sonrió suavemente y sollozó de nuevo, retirando sus lágrimas con su mano. –Ojalá fuera como tú...d-debo cambiarme...

Martha asintió y dejó que su amigo se levantara, se sentó en la cama y tomó el peluche, sosteniéndolo delante de su estómago mientras escuchaba el fru fru de la ropa moviéndose, John recordó la llamada telefónica, ¿qué tal si Alex solo lo había llamado para burlarse de él?

–¿Realmente pensaste que me gustabas? ¡Que patético!

El tono tan frío del Alex en su imaginación lo hizo tener un escalofrío, le recordaba a su padre. Movió su cabeza, entró al baño y segundos después regresó a la habitación usando una sudadera verde y pantalones negros, se había lavado la cara y se veía un poco menos triste que antes.

Green [Lams]Onde histórias criam vida. Descubra agora