Capitulo 3

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— ¿No te lo vas a terminar? – preguntó mirando mi plato.

— No, no tengo hambre...

Suspiró y se cruzó de brazos. Le miré.

— No, no quiero que me riñas Omar. No ahora. – me levanté de la mesa. Lici comenzaba a recoger los platos de forma callada y demasiado apresurada.

— No voy a regañarte. Pero no me gusta que te quedes sin comer.

Pongo los ojos en blanco y suspiro cansada. He comido, poco pero si es algo. No necesito, ni tengo las más mínimas ganas de comer. Mi cabeza es como una bomba de tiempo y está muy cerca de reventar. Me toco el puente de la nariz mientras le miro. Esta aún sentado en la silla de la mesa. Con una expresión completamente desencajada, está claramente irritado. Yo que pensé que el sexo para "desestresarme" le iba a sentar bien. Veo que a él nada le quita esos cambios de humor. Se me escapa una risita, parece un "padre" molestó con la hija porqué está no quiere comer.

— ¿Se puede saber que te parece tan gracioso? – lo dice de forma sería. Pero le es imposible ocultar la leve sonrisita. Intenta ponerse serio nuevamente.

— Tú.

— ¿Le parezco gracioso? – se cruza de brazos sonriendo. ¡Ya está! No pudo retenerlo más. ¿Saben lo lindo que se ve sonriendo?

— Bastante la verdad. – ahora soy yo la que intenta ponerse sería. Lici se mueve de lado a lado recogiendo la mesa. Los dos la miramos en el mismo segundo y luego nos volvemos a mirar. Omar arruga la frente de forma divertida y luego levanta las cejas. ¡Sí! La he visto. Parece desesperada por salir de entremedio de nosotros. ¿Percibe el cambio en el ambiente?

— Llame a Roben. Lo necesito. – habla o más bien ordena a Lici. Ella sale disparada luego de un "sí señor"

— No seas tan "mandon" – le regaño. Él se levanta divertido de la silla. Se encoje de hombros despreocupado.

— No sabes lo mandon que puedo llegar a hacer...– comenta orgulloso.

Me lo imagino perfectamente.

— Se añaden dos puntos a tu ego... – comento divertida sentándome en el dorso de uno de los muebles mientras le miro descaradamente. ¿Porqué es tan atractivo? Pase el tiempo que pase la atracción que siento por él no parece desaparecer en lo más  mínimo. Sí no, aumenta cada día mas. Le veo girarse. ¿Se acaba de preparar un licor?

— ¿Cuentas mi ego? – me mira divertido.

— Aveces. – me hago la despreocupada. Se ríe. Camina a mi dirección.

— Pondré uno de mis aviones privados para que tu padre llegue lo antes posible. – cambia el tema completamente. ¿Qué?

— ¿Porqué? ¿Avión privado?

— Tú padre quiere hablar contigo. Y si, avión privado. – lo dice con tono orgulloso y divertido. Arqueo una ceja. ¡Dios! ¿Más creído?

— Deja de usar las cosas de tu empresa.

— Puedo permitirmelo.

— Me imagino... – niego con la cabeza divertida. — ¿Me das? – pregunto poniendo cara lo más tierna posible.

— ¿Qué quieres que te dé? – pregunta divertido. Su tono cambia a uno coqueto.

— Del trago, obviamente.
Sonríe.

— Claro.

Entonces cuando creo que me va a pasar el baso no lo hace. Sí no que lo sube a su boca. Le miro. ¿No me va a dar? Baja un poco su cuerpo quedando a mi altura, acerca sus labios a los míos. ¿Qué pretende?
Lo recibo gustosa y curiosa. Entonces el líquido sale de su boca de forma lenta y lo pruebo. Es liviano a pesar de ser licor y sonríe encima de mis labios por mi reciente gemido.

Junto a Tí (+18) #3 {Tercera parte} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora