CAP 9 LECCIÓN

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-Estamos exactamente a -12 grados... -Anunció el científico Koslov.

Tanto el general Dreykov como Madame B, Melina, Koslov, Barnes y Rogers miraban por el enorme ventanal de vidrio que daba vista a la explanada del patio trasero de aquella casa, el cual se encontraba completamente cubierta de gruesas capas de nieve mientras que una ligera cortina de neblina rodeaba la atmósfera gélida del paisaje.

-¿Cuánto tiempo tienen antes de que caigan muertas? -Preguntó Dreykov sin ninguna emoción en el rostro.

-Aproximadamente 25 minutos antes de que su sangre comience a congelarse.

-Perfecto, coloca 30 minutos en el cronómetro y tengan listas la sala para la reanimación de las chicas. -El ruso se dirigió a Melina quien asintió y se dirigió a la sala contigua para preparar las mantas terminas y la solución en caso de que una de ellas perdiera el conocimiento o sufriera una infarto.

-¡Bonjour, mes filles! -Madame B recibió a las chicas con un perfecto acento francés, recibiendo de vuelta una respuesta mecánica por parte de ellas en el mismo idioma.

Las rusas se enfilaron en posición de descanso a como solían hacerlo siempre en espera de órdenes. Ninguna levantó la cabeza ni emitió ninguna sonido, movimiento o respiro que pudiese enfadar al ruso. Todas estaban conscientes que lo que había sucedido ayer después de la simulación había sido una amenaza para todas y hoy estaban viviendo la réplica que aquella rebeldía.

-Natalia, al frente... -Dreykov miró a la pelirroja caminar en su dirección y con bastante brusquedad la tomó de los hombros y la colocó de espaldas al resto de las chicas mientras le susurraba algo al oído.

Rogers simplemente apretó los puños con odio y comenzó a respirar con pesadez, podía sentir una oleada de furia nacer desde la boca vacía de su estómago. Estaba completamente seguro de que haría pagar a ese hijo de puta cuando él momento llegara.

-Zapatos y camisetas afuera, pueden conservar el resto de su ropa. -Dreykov dio la primera orden, recibiendo un asentimiento de cabeza silencioso por parte de ellas.

El ruso se alejó un poco de ellas y las observó a todas retirar sus zapatos y calcetines, acomodándolos de forma estructurada junto a sus pies para después tomar el borde de sus camisetas grises para quitarlas, quedando con un top deportivo color negro que sólo alcanzaba a cubrir sus pechos. Natalia sabía lo que su padre intentaba hacer, ella siempre era la muestra viviente de lo que podía sucederles al resto si desobedecían como ella, así que con la poca dignidad que le quedaba, tomó una bocanada de aire para darse fuerzas y con mucho dolor retirar su camiseta, dejando ver a quienes se encontraban detrás de ella, las heridas abiertas y aún frescas de la paliza que había recibido la noche anterior.

Natalia sintió sus ojos inundarse de una capa acuosa que nubló su vista, pero se rehusaba a llorar, no podía hacerlo o le iría aún peor, así que trató de respirar y focalizar su vergüenza y todo su dolor en la nieve que comenzaba a caer afuera. Por otro lado, el resto de las rusas fueron obligadas a levantar la vista y mirar a la pelirroja. Más de una sintió en ese instante una gran impotencia y dolor en el pecho, más de una apretó la mandíbula con repugnancia y odio, más de una de ellas sintió lástima por su compañera y temió que los mismos latigazos que Alianovna cargaba marcados en su espalda terminaran en las de algunas de ellas también.

-Estamos listos, General... -Rogers dio un paso al frente e intentó que la pelirroja lo mirase, pero ella jamás levantó la vista en su dirección, parecía un objeto inanimado y vacío en espera de que alguien la sacara del pozo en el que se había sumergido.

-¡Perfecto, formación, rápido! -El ruso gruñó, tomó un gran abrigo, encendió su cigarrillo y fue el primero en salir al infierno frío que las aguardaba afuera.

💥HAIL HYDRA💥Where stories live. Discover now