CAPITULO 9

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- Voy al dormitorio a recoger algunas cosas, puedes tomar algo si quieres. Sírvete tú mismo- Le señaló Emily al entrar en su apartamento.

Morgan la observó mientras desaparecía tras la puerta de su dormitorio, y aprovechó para aceptar su ofrecimiento. Se dirigió a la cocina y sacó una cerveza de la nevera. Se sentó en el sillón del salón, y esperó a que terminara.

Emily, por su parte, se apresuró a llenar una pequeña maleta con todo lo que creía que podía necesitar para pasar unos días. Estaba habituada a viajar desde que era niña, y para ella, improvisar una pequeña mudanza era algo que podía hacer casi de forma automática. Posiblemente fuera por eso por lo que viajar de una punta a otra del país no le resultaba tan agotador como al resto.

En menos de quince minutos, tenía casi todo listo. Se dirigió entonces al baño para recoger algunos productos de higiene personal. Se quedó apoyada durante unos instantes en el lavabo, tratando de ordenar en su mente los últimos acontecimientos. Además, aún le quedaba pendiente una conversación con Morgan, y en honor a la verdad, estaba demasiado cansada como para volver a abordar el tema en aquel momento. Tal vez él estaría de acuerdo en dejar las cosas tal y como estaban hasta que todo aquello terminara. Durante el camino hasta su apartamento, Morgan no había sacado a relucir de nuevo su conversación. Había sido un viaje tranquilo, practicamente en silencio.

"¿Qué estás haciendo, Emily?" Se preguntó mientras alzaba su rostro hacia el espejo. Éste le devolvió la pregunta en lugar de ofrecerle una respuesta mágica. Sonrió para sí misma, sintiéndose un poco estúpida. Por fin, abrió la pequeña puertecita para retirar los medicamentos que había en su interior y volvió a cerrarla, sin apartar sus ojos del cristal.

Su respiración se detuvo cuando vio a Foster en el reflejo del espejo. Seguramente sólo transcurrió una fracción de segundo hasta que se volvió hacia atrás para comprobar cuánto de real había sido su alucinación, pero a ella le pareció que había pasado una eternidad.

En esa eternidad que había durado esa fracción de segundos, le dio tiempo a verlo sonreír, y a mover los labios como si estuviera enviándole un mensaje que no fue capaz de descifrar. Incoherentemente recordó que posiblemente Reid hubiera sabido leerle los labios, pero desechó aquel pensamiento absurdo al tomar conciencia de que si le contaba algo de aquello a Reid, pensaría que había perdido el juicio.

Aquella aparición era, por otro lado, tan real como lo había sido la de Doyle sentado en su cama. Sin embargo, aquella vez se había justificado en que todo había sido producto de una pesadilla; ¿Qué excusa podría usar ahora?. Era evidente que estaba despierta.

Se quedó mirando la puerta del baño. Allí no había absolutamente nada, como cabía esperar. Sin embargo, no se atrevió a volver a hacerle frente al espejo. Salió del baño apresuradamente y metió en la maleta lo que le había dado tiempo a recoger. La cerró, mirando continuamente hacia atrás, sólo para asegurarse de que no había nadie más con ella. Agradeció profundamente que Morgan estuviera en la sala y, luego salió de allí, esforzándose por mantener su mejor cara de póquer.

Morgan se levantó del sillón en cuanto la vio aparecer por la puerta.

- ¿Has terminado?- Le preguntó un poco sorprendido- No has tardado nada.

Ella forzó una sonrisa nerviosa, y se dirigió hacia la puerta principal. De repente, no tenía ningún deseo de permanecer allí. Se sentía observada. Su corazón latía ahora con tanta fuerza que le parecía que iba a salirse de su pecho y sus pupilas, a pesar de sus esfuerzos por aparentar normalidad, se movían nerviosamente registrando hasta el último rincón de la sala.

- Ya tengo todo- Le aseguró, mientras entornaba el pomo de la puerta.

Derek frunció el ceño, intrigado por aquel repentino cambio de actitud; pero se limitó a seguirla hasta que ambos salieron del apartamento.

SERENDIPIAWhere stories live. Discover now