🌊40. Los recuerdos de la isla🌊

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Hace diez años

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Hace diez años.
Isla Jeju.

—¡Marina! Regresa mamá se molestara si sabe que estás jugando cerca a la zona de pesca —le reprochó una pequeña Stella a su hermana menor.

Marina ese entonces tenía seis años y se la pasaba jugando con los peces del arrecife, sin darse cuanta que iba llegando poco a poco a la zona de pesca en donde barcos lanzaban redes casi a diario para tomar peces del océano y venderlos en los puertos.

—No pasa nada, iré a casa cuando terminé —mintió para alejarse de su hermana mayor—. O cuando me cansé —susurró para sí misma antes de ir persiguiendo a un cardumen de peces.

La pequeña sirena salió más allá de los límites de la Isla que tenían permitido cruzar las sirenas jóvenes y noto el momento exacto cuando la tempestad comenzaba. Una tormenta inquieto las aguas e hizo que las redes de los pescadores cayeran sobre ella, su cola se enredó y aunque intento quitarse de encima, la pesada red no lo consiguió. Salió del agua envuelta en las redes, asomó la cabeza hacia la superficie y vio como unos barcos estaban siendo sometidos por la tormenta y el movimiento de las aguas.

—¡Hay una niña ahí! ¡Qué alguien la ayudé! —gritó uno de los tipos de los barcos al señalarla.

Marina no pudo evitar asustarse, pues todo lo que había escuchado de los humanos era que eran feroces cazadores, que no dudaban en matar a criaturas del océano; sin embargo, cuando aquel joven saltó de la embarcación para ayudarla a salir de la red su opinión sobre los humanos cambió por completo.

—No te asustes por la tormenta saldremos de aquí, te ayudaré —le dijo antes de cortar las redes para liberarla—. ¿Cómo llegaste hasta aquí? Debes tener la edad de mi hijo, no te asustes no te haré daño todo estará bien —prometió para tranquilizarla pues Marina no dijo ni una sola palabra—. Ya está.

Apenas fue liberada Marina, se alejo instintivamente del sujeto que permaneció en el agua y fue en ese momento en que el humano se dio cuenta de su verdadera identidad.
El sonido de un rayo cayendo destruyó la embarcación de la que había saltado el humano. Los pedazos de madera y metal empezaron a levantarse en llamas y desmoronarse para caer al agua. Aquel sujeto no dudó dos veces en cubrir a la pequeña, para que los restos del barco no le hicieran daño y salió lastimado en su lugar.

—¡Señor humano! —se preocupó Marina. Ella no entendía porque ese humano la protegía, si todo lo que decían sobre ellos era malo.

—No te preocupes, estoy bien —replicó ocultando las heridas que tenía por los golpes de los objetos que caían encima suyo— Tienes que irte de aquí pequeña sirena, yo estaré bien .

Marina no podía nadar bien pues su cola había sido lastimada por la red que la atrapó y hasta mantenerse a flote era ya una gran hazaña para ella, pues si llegaba a nadar podía ser arrastrada fácilmente por una corriente formada por la tormenta.
El humano se dio cuenta de eso y le dio un trozo de su playera para que pudiera hacer un vendaje improvisado que la ayudará a escapar. Marina aceptó la tela y se vendo la cola con ella, empezó a nadar cuando un remolino la atrajo hasta su centro. El humano se dio cuenta de ello y en un intento por ayudarla, terminó siendo arrastrado por la fuerte corriente junto a ella. Al final se perdieron de vista uno al otro y solo Marina quedó varada en las orilla de una playa desolada de la isla, tiempo después donde su manada la encontró.

Isla De SirenasWhere stories live. Discover now