Después Del Crepúsculo [ZeniNezu] ©

Cap. XI

—¡Puedo explicarlo! —Exclama el rubio separándose de la joven.

—¡¿Qué carajo hacen los dos?! ¡Nezuko! ¡¿Qué haces con Zenitsu?!

—¡T-tanjiro, déjame explicarte!

Arrado, confundido y traicionado es como se siente el muchacho portador de la danza del Dios del fuego. Claro que empezó a sospechar que algo no andaba bien con ambos debido que cuando cargaba con Nezuko por la tarde, un olor a Zenitsu desprendía la caja donde ella se encontraba. Quería deshacerse de pensamientos extraños y lo logró por un rato, hasta que al llegar a la casa de Glicinas tuvo la oportunidad de observar como su querida hermana salía de dicha caja abrazando el amarillo haori de su amigo.

—Nezuko, volvamos adentro ahora mismo —ordena el de pendientes.

La muchacha se aferra del brazo del de ojos ámbar. No lo quiere dejar, quiere estar más tiempo con ese hombre.

—Tanjiro...

—¡¿Qué te has creído, Zenitsu?! ¡Ella es mi hermana!

—Lo sé y lo siento por no decirte antes...

Zenitsu sujeta la mano de la muchacha y se muestra totalmente seguro ante su amigo.

La quiere, la ama, la hizo suya y nadie la va a apartar de su lado.

—Me gusta y no pienso dejarla. Espero y lo entiendas, Tanjiro.

—A ti todas te gustan, ¡No puedes decir algo como eso!

—¡Tienes que creerme!

—No lo haré... ¡Se supone que eres mi amigo! ¡¿Eres idiota?!

El pelirrojo con el ceño fruncido le lanza una mirada amenazante a Nezuko. Ella por primera vez siente que no estará segura cerca de su hermano.

La inseguridad la carcome.

Zenitsu se queda perplejo ante las palabras de su amigo. Ahora que lo piensa él estaría de la misma manera si fuese Tanjiro.

¡¿Qué se supone que debo hacer?!

—Nezuko, tú eliges, Zenitsu o yo.

El joven de pendientes se da media vuelta dando convalida la situación.

Zenitsu suelta un gran suspiro y seguido deja la mano de la joven. Nezuko se posiciona frente de él abrazándolo fuerte buscando fortaleza. Pero este que se encuentra en el fondo de la confusión. La toma con ambas manos por los hombros y la aparta en un movimiento. Camina dejándola atrás. Por más que le esté doliendo, cree que es correcto.

¡No la dejes sola!

Su corazón le habla pero no le hace el menor caso.

Le arde, lo está matando internamente esa horrible sensación. No lo quiere hacer. Pero es un tonto ahora mismo.

¡No seas idiota y regresa!

El frío le recorre la espalda y el corazón lo tortura.

Y pensar que estaba dejando de lado ese pensamiento tan absurdo de casarse para no lastimar a su futura esposa. Y ahora está matando y abandonando a el verdadero amor de su vida. Estando conciente.

La de de ojos rosados no comprende, no sabe qué hacer, le duele el pecho y no sabe de qué manera actuar.

Ella ha escogido al rubio antes que su hermano y Zenitsu corresponde siendo estúpido.

Por primera vez, Nezuko siente el dolor de un corazón roto.

Zenitsu se para en seco antes de subir el primer escalón para adentrarse a la finca.

¡No puede hacerlo!

¡Tiene que regresar!

¡No tiene que dejarla sola!

¡Dijo que la ama!

Ella se le ha entregado en cuerpo y alma. ¡No puede dejarla así!

¡¿Dónde quedaron esas caramelosas palabras que le dedicó y susurró aquella noche?!

¡¿Dónde queda ese hombre que se desvivía por ella y le juraba su protección?!

A paso veloz vuelve a ella, arrepentido de su comportamiento egoísta y poco inteligente. Avergonzado de existir.

No la encuentra.

¡¿Dónde está?!

Se concentra e intenta encontrarla con su hermoso sonido. Lo logra y va a ella. La divisa sentada en la orilla de las aguas termales; en cuclillas, sola, con esa fina bata que deja ver su hermosa figura de mujer, lacerada y vulnerable soltando gemidos de dolor en un lamento, en gritos internos ahondado en el cráter de su sangre, lágrimas pesadas de desamor y mirada caída.

Zenitsu queda afónico, se le escuecen las entrañas y el corazón se le derrite.

Prometió jamás lastimar a su amada y es lo primero que logra.