Cap. XVII

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—Buen día —le dice Zenitsu con una ligera sonrisa a su maestro.

—Buenos días, Zenitsu ¿y la jovencita?

—S-se está vistiendo. ¿Puedo cerrar las ventanas...?

El anciano se queda callado por unos cuantos segundos y después reacciona.

—Oh, sí, sí, házlo.

Zenitsu cierra cada ventana de la casa para que ni un diminuto rayo de sol se cuele en el lugar y dañe a su chica. Seguido se sienta en el piso de madera.

Humm.

—¡Nezuko! ¡Buenos días, hermosa!

El rubio se acerca a la chica y deposita un fugas beso en la frente de la pelinegra, esta sólo sonríe acariciando el rostro del de haori amarillo.

Se escucha un azoton en la puerta principal y el mayor se dirige a revisar.

—Kaigaku, buenos días.

—Buen día.

El de orbes celeste llega a donde se encuentran los enamorados. Mira a Nezuko y le dedica una leve sonrisa. Una sonrisa muy tenue.

—Buenos días —le dice Kaigaku a la chica.

Humm —sonríe amigable.

Zenitsu se queda mirando la escena y no puede evitar sentir una pequeña punzada en el pecho. Sentir celos es inevitable con esa mujer. Desvía la mirada con el ceño ligeramente fruncido sin decir nada debido que prefiere evitar hacer un escándalo.

Nezuko recuesta su cabeza en el regazo de Zenitsu y cierra los ojos.

—¿Cuál es tú nombre? —Pregunta el de orbes celeste a la de puntas naranja.

Nezuko abre los ojos, mira a Zenitsu y jala de su haori para indicarle que él responda por ella.

—Se llama Nezuko, Nezuko Kamado —contesta sin mirarlo.

—¿Por qué no habla? ¿Es muda o algo así? 

El viejo albino carraspea la garganta y sale de la casa dejando un ambiente poco agradable. Todos los presentes miran la puerta donde a salido el anciano. Kaigaku chasquea la lengua y mira a Zenitsu con una ceja levantada y con un curiosidad. Él quiere saber sobre Nezuko.

—¿Entonces, por qué no habla? —Le recuerda.

—Es una larga historia —responde finalmente.

—Yo quiero saber esa historia, ahora cuéntame.

Unos golpes en la puerta principal se escuchan, Kaigaku con disgusto se dispone a levantarse e ir a abrir.

—¿Qué quieren? ¿Quienes son?

—¡¿Dónde está ese imbécil?!

Tanjiro por primera vez tiene intenciones de golpear a su querido amigo. Si aún lo considera amigo, claro está.

Zenitsu y Nezuko se levantan de golpe del suelo. El de haori amarillo mantiene el nerviosismo acompañado de un inclemente temor. La de ojos rosados que se encuentra a su lado le toma la mano con fuerza y lo mira intentando reconfortar su estado. Kaigaku se queda mirando extrañado el comportamiento del pelirrojo que ha entrado sin permiso alguno a la casa.

—¡Sal de aquí! —Exige el azabache.

—¡¿Dónde está mi hermana?!

—¿Dé qué mierda hablas? —Le cuestiona.

—Tanjiro...

La sutil voz del rubio se escucha por detrás de Kaigaku llamando la atención del portador de la danza del Dios del fuego. El compañero de Zenitsu se hace de lado e intenta comprender la situación.

—Maldito idio...

Tanjiro se queda lenco dado que Nezuko se deja ver detrás del rubio. El de haori de cuadros divisa como estos están aferrados de la mano. Se miran bien, son tal para cual. Sólo que él no lo acepta.

—¡N-nezuko!

La chica al no llevar puesto el bambú frunce el ceño y su cara de desagrado es notoria.

—¡Volvamos juntos, Nezuko! ¡Lo siento mucho!

El chico de pendientes lleva su mano a su pecho mientras su angustia crece.

—Calla, imbécil. No puedes entrar y gritar como si nada en una casa ajena —interviene Kaigaku.

—¿Podemos conversar, Tanjiro?
—Propone Zenitsu con amargura.

El pelirrojo le dirige una mirada que desmorona su enfado y termina aceptando. Zenitsu percibe el mal humor del Kamado, pero eso no significa que se dejará guiar por su miedo. Si algo le enseñó los malos tratos de Kaigaku es que no se debe dejar vencer por su bajo autoestima.

Zenitsu mira a Nezuko y le pide que lo espere en el cuarto debido que saldrá al patio con su hermano. Kaigaku se queda ahí, parado sin saber qué sucede. Los dos espadachines salen al enorme patio e Inosuke sigue esperando fuera de la casa a que todo se arregle. Últimamente se a comportado impasible y no se entromete entre los problemas de sus amigos.

—¿Qué quieres, Zenitsu? ¿No te es suficiente quitarme a mi hermana? —Le dice ya fuera en el patio.

—Yo no te la he quitado. Ella no es un objeto —contesta sin mirarlo—. Sólo quiero dejarte en claro que amo a Nezuko y no pienso dejarla.

—¿Q-qué?

—¿Escuchaste? —Voltea a mirarlo totalmente decidido.

Las palabras del rubio le han disgustando a Tanjiro, debido a eso se levanta y le da un severo golpe certero en la mejilla izquierda y Zenitsu se queda inmóvil ante la acción.

—¡Espera! ¡¿Qué te pasa?! —Le exclama el rubio disgustado.

—¡No vuelvas a decir que amas a mi hermana!

Nezuko y Kaigaku se percatan de los abucheos de Zenitsu y Tanjiro. Estos se encontraban juntos dado que Kaigaku le intentaba hablar a la chica, pero ella solo le responde con sonidos bastante extraños. Al menos para el cazador azabache.

Nezuko con suspicacia intenta ver por fuera de la ventana sin acercarse al sol que esta proyecta. Pero en un impredecible movimiento descuidado expone su mano a la luz del sol, con premura se echa hacía atrás y cae de sentón. Kaigaku la mira y no se lo puede creer.

—¿E-eres un demonio...?

Nezuko se queda cabizbaja y unas cuantas lágrimas empiezan a adornar sus ojos para recorrer sus mejillas. El pelinegro sin dejar de mirarla y con un poco de miedo sale apresurado en busca del rubio. Los divisa a lo lejos y corre hasta su compañero.

—¡Imbécil, tú novia está llorando! ¡Se ha quemado la mano, idiota! ¡¿Por qué no me dijiste qué era un demonio?! ¡Estúpido!











—¡Imbécil, tú novia está llorando! ¡Se ha quemado la mano, idiota! ¡¿Por qué no me dijiste qué era un demonio?! ¡Estúpido!

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Después Del Crepúsculo [ZeniNezu] ©Where stories live. Discover now