Cap. XVI

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Las gotas de lluvia golpean erráticamente las ventanas de la casa, tan fuerte como si quisieran derrumbar el lugar.

-¡Está lloviendo! ¡No podremos hacerlo, Nezuko! -Exclama desilucionado Zenitsu-. Tendremos que dar el paseo mañana por la noche.

Nezuko bufa demostrando su disgusto.

-No te enfades -ríe ligeramente-. Esperemos que no hayan muchos charcos para que podamos salir hoy mismo.

La chica se acerca a la ventana cuidadosamente. Al no haber sol puede asomarse sin ningún problema.

-Nezuko -le llama el rubio.

Ella se gira a mirarlo.

-No lo había preguntado y necesito saberlo..., ¿te sientes agusto conmigo...?

Zenitsu desvía la mirada y junta el entrecejo esperando una acción que le haga saber que no. Que Nezuko no está disfrutando estar con él.

La de orbes rosados se acerca a él y le da un sutil abrazo para responder ante lo dicho. Pega su cara al pecho de este y respira hondo. Dándole a entender que le gusta pasar su tiempo con Zenitsu.

-Humm.

Nezuko es el mismo eximas que lo saco del abismo que él se había creado para que nadie lo pudiera salvar. Simplemente la ama. Ella tan impasible. Con ese lenguaje arrancado del exterior y con esa mirada que hace explosión por debajo de su ser.

La noche inunda el cielo, las estrellas se asoman con su intermitente brillo y la luna creciente se mira tan perfecta. Zenitsu camina con Nezuko aferrados de la mano. Muere porque su novia observé lo lindo que se miran las filas de árboles frutales que su mentor tiene en el enorme patio trasero.

-¡Mira las luciérnagas! ¡¿No sé ve estupendo?!

Nezuko no lleva su bozal en la boca, por lo cual le sonríe en todo momento a su chico.

-¡Llegamos! -Apunta con su dedo índice hacía los árboles-. ¡Los duraznos son tan dulces! ¡Juro traerte aquí cuando puedas comerlos!

El de orbes ámbar mira enfrente suyo deleitando el paisaje mientras Nezuko venera lo pacifico que este se encuentra. Con premura se sitúa en la mirada de él y en un movimiento imprevisible jala del haori de Zenitsu para que la mire.

Atento y con la cara sonrojada la observa.

-¿Pasa algo...? -Intuye tan bajo en un susurro.

Esta lleva sus manos al cuello del rubio y se apega a él. Los ojos de Nezuko lo escudriñan hasta lo más profundo de su alma, y él en esos iris tan preciosos puede verla, puede sentir ese cariño y amor que jamás se va a disipar.

La joven se yergue ante él y junta sus labios a los de Zenitsu. Un beso abastecedor y más allá de lo profundo. Mordidas leves por parte de él, caricias y más mordidas. La impaciencia por volver a consolidarse en uno los carcome desde lo más hondo de su interior.

Zenitsu baja sus manos lentamente por la espalda de Nezuko, al llegar a su cadera la sujeta con firmeza con el fin de pegarla a su pelvis y avivar más el beso. Por mala suerte la felicidad del espadachín dura poco al notar la presencia de una persona.

-Que curioso verte tan felíz, ¿A qué se debe? -Cuestiona Kaigaku.

Zenitsu se separa de los labios de Nezuko sin decir nada. Busca la mano de ella y la aprieta intentando mantener la calma.

-¡Pero que dama tan bella! ¿Por qué no me la has presentado? venga, que somos como familia.

El espadachín azabache se va a acercando a la pareja mientras el sosiego rostro de Zenitsu hierve. Puede escuchar las intenciones de Kaigaku y no sólo intenta molestarlos sino que también quiere algo, pero no sabe qué. Extrañamente no puede oír más allá de los pensamientos de su compañero, como si Kaigaku hubiera construido una barrera sabiendo que Zenitsu puede descubrirlo y cavarle una tumba a su propósito.

Después Del Crepúsculo [ZeniNezu] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora