𝟎𝟑.

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C A P Í T U L O   T R E S:
El soborno.
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El sueño sobre mis padres no me dejaba dormir tranquila desde hacía mucho tiempo, y esa noche consiguió mantenerme en vela hasta las 5 am. Cuando había conseguido conciliar el sueño, sonó el despertador.

Joder.

Llegué al instituto bostezando y entré lo más rápido que pude. Llegaba tarde a clase, como de costumbre.

Toqué a la puerta y entré sin esperar contestación alguna. Todos se quedaron boquiabiertos por mi atrevimiento, pero los ignoré a todos y me senté.

—Puede continuar. —le dije a la profesora mientras me acomodaba en el pupitre. Víctor me lanzó una mirada divertida mientras que todos los demás se sorprendieron. No había sido mi intención sonar borde ni faltarle el respeto a la profesora, pero al no haber dormido mucho, no me encontraba dentro de mis cabales.

—¿Perdone? Aquí la que manda soy yo, váyase al despacho del director. —señaló la puerta y bufando me vi obligada a salir. Que desperdicio de mañana, ¿para qué habré venido?

De camino a dirección, me encontré con la sala de música. No pude resistirme a entrar y sentarme en el piano.

Deslicé mis dedos suavemente por él, y un montón de recuerdos atravesaron mi mente mientras una lagrima rodaba por mi mejilla.

Papá...

—¿Qué haces aquí tú sola? —me preguntó una voz. Al instante giré la cabeza y me percaté de que esa voz provenía de Riccardo.

—Me han mandado a dirección y me he desviado. —dije tratando de sonar divertida— ¿tú no deberías estar en clase? No pareces de esos que se las saltan.

—Me han mandado a por tizas. —me contestó— ¿sabes tocarlo? —dijo refiriéndose al piano. Yo asentí.

—De pequeña lo tocaba, normalmente con mi padre. Me enseñó varias canciones. —me encogí de hombros.

—¿Tocabas? ¿Ya no lo tocas? —me preguntó.

Que pesado.

—Él ya no está aquí para tocarlo conmigo, ni tampoco para seguir enseñándome. —sabía que no lo había preguntado con mala intención, pero es un tema que me tocaba la fibra sensible y no podía evitar ponerme borde. Me levanté del piano y me dirigí donde estaba Riccardo.

—Yo... siento haber preguntado. —hice una seña con la mano como diciendo que daba igual, que no importaba— Si quieres algún día lo tocamos juntos. —me sonrió, supongo que para reconfortarme, y yo me limité a asentir.

—Algún día. —traté de sonreírle y salí del aula— te acompaño a por las tizas, no tengo nada mejor que hacer. —él se rió y asintió.

El camino fue un tanto silencioso, pero me gustaba estar con él. Era reconfortante y hacía tiempo que no me sentía así con alguien. Su aura gritaba que podías confiar en él y simplemente me dejé llevar. Sin darme cuenta, habíamos regresado por donde habíamos ido y nos encontrábamos ya en su clase.

Imperial (Inazuma Eleven Go - Riccardo Di Rigo)Where stories live. Discover now