Imperial (Inazuma Eleven Go - Riccardo Di Rigo)

𝟎𝟖.

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C A P Í T U L O   O C H O:
Explicaciones.
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¿Qué coño le iba a decir a Axel? ¿Cómo iba a explicar lo que había pasado? ¿La perdonaría?

Millones de preguntas cruzaban la mente de la chica mientras la enfermera le vendaba la pierna.

—Debes reposar unas horas y no hacer mucho esfuerzo en los próximos días. —le comentaba la enfermera. Ella, sin poder dejar de pensar en lo que había hecho, asintió— Bueno, quédate aquí hasta que vengan a por ti. Hemos llamado a tu número de emergencia.

Mientras esperaba en la enfermería, estuvo observando el final del partido por la televisión que había.

—¡A los del Raimon no les queda otra que realizar el Trueno Ilimitado! ¿Serán capaces de marcar gol o serán los de la Royal los que desempaten? ¡Qué emoción! —gritaba el comentarista. Estaba claro que los de su equipo ganarían, debía tener fe en ellos— ¿Qué ven mis ojos? ¡El balón ha llegado a Víctor Blade, el cual, gracias a su supertécnica "Aguijón letal", consigue marcar gol!

—Han ganado... —dijo Harper, volviendo a respirar y sonriendo, un poco más tranquila y aliviada. Sin embargo, tras pensárselo dos veces, se dio cuenta de que habían ganado en parte por su ayuda y eso cabrearía aún más a Axel. ¿Qué iba a hacer?

—¡Harper! —gritaron, saltando al cuello de la chica, abrazándola.

—¿Arion?¿Qué haces? —dijo riéndose. Hacía tiempo que no se sentía tan bien consigo misma. Hacía tiempo que no se sentía viva.

—Sabía que en el fondo no odiabas el fútbol. ¡Alguien que lo odia no podría jugar de esa manera! —gritó entusiasmado con todo el equipo asintiendo ya que estaban de acuerdo con él, y la chica se limitó a sonreírle— A partir de ahora, jugaremos todos de verdad, para ganar. —cuando pronunció aquello, la cara de Harper se volvió sombría y desvió su mirada al suelo.

—Arion... eso no va a pasar. No puedo hacerlo. —levantó la cabeza, con gotas en los ojos amenazando con salir— Esta ha sido la primera y última vez. No puede volver a ocurrir. —dijo intentando contener las lágrimas— D-dejadme sola ahora, porfavor. —miró a otro lado, agarrando la sábana con rabia por no poder hacer nada al respecto.

Fueron saliendo uno a uno, sin entender porqué se había puesto así. Riccardo, que estaba el último para salir de la sala, cerró la puerta y la miró.

—¿Qué es lo que pasa? Puedes contar conmigo, Harper. De verdad. —le dijo, sentándose en un lateral de la cama— En este partido ha salido a la luz la verdadera Harper, ¿por qué la escondías? Es mucho mejor que esta.

—Porque es lo correcto, es lo que debo hacer. El fútbol, por mucho que me llegase a gustar, solo me trajo desgracias. Una tras otra. —trató de pronunciar bien las palabras porque en cualquier momento estallaría en llanto.

—¿Fue por algo que te pasó? —siguió cuestionando Riccardo. Había empezado a contárselo, y ya no pensaba detenerse.

Necesitaba que alguien la escuchase, por primera vez en mucho tiempo.

—Mis padres me abandonaron a los 10 años en un partido de fútbol. —dijo, mirando la sábana de la cama en la que se encontraba— Mi mundo se derrumbó cuando, tras haberlos esperado por horas, vino un guardia y me dijo que debía irme. No sabía dónde ir, porque mi casa estaba demasiado lejos. No recuerdo lo que pasó después, solo me acuerdo de despertar en el hospital y fue ahí cuando apareció mi salvador, Alex Zabel. —Riccardo la miró sorprendido y parecía que quería decir algo, pero la chica lo detuvo— Déjame acabar antes de que me arrepienta de contártelo. Él me llevó a su casa y me cuidó como su propia hija, incluso llegó a adoptarme. Sin embargo, tras aquella experiencia traumática, yo cambié por completo y ya no tenía ganas de nada. Que él se uniese al Sector V y me hiciera Imperial fue lo que me ayudó a sobrevivir, me dio algo por lo que luchar. Él quería controlar el fútbol, y como él me había ayudado a mi, decidí que debía hacerlo por él.