final.

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Desde que había llegado todo lo que había hecho en la primera semana era ordenar mis cosas, pasear por las góndolas y escribir canciones como un lunático con el corazón roto.

Algo a lo que ya me estaba acostumbrando.

Hacia de todo para tratar de distraerme, incluso hasta escribir poemas desesperados, en algún momento me sentí como Pablo Neruda.

Peter Borough era el director de la disquera a la cual estaba trabajando, la disquera que reconocía mis canciones para los artistas. Ellos eran los encargados de darle voz a mis sentimientos, algo que haría yo, pero el anonimato lo encontraba más sensual, aunque estaba agradecido y cada vez que mis canciones ganaban algo, me lo agradecían respetuosamente.

Peter me consiguió un estudio que pude instalar en un cuarto del departamento donde me quedaba y ahí trabajando perdía o hacia el intento de perder el tiempo.

Recorrí cada rincón que había visitado la vez anterior y Violet tenia razón, cada lugar era tranquilo y desprendía una paz genuinamente bella, hacia que mis manos picaran por ir detrás de un lápiz y la guitarra y escribir canciones sobre todo lo bello que veía.

Me senté a tomar café en unas cuadras mas allá del departamento y saque una cajetilla de cigarros.

- Querido, me podría sentar con usted - levante la mirada y una anciana se acerco a mi.

- Claro, no hay problema - dije extrañado.

- Se que es raro, pero me sentía un poco incomoda con tanto veneciano y usted tiene un aspecto bastante ingles ¿O me equivoco? - dijo ella con una simpatía inigualable.

- Soy ingles, de Sheffield - comente y estire mi mano, ella la recibió y asintió.

- Una tazza di caffè al tavolo, per favore - grito ella educada mente y una joven sonrió y nos trajo unas tazas de café - debes aprender italiano si piensas quedar por aquí por lo menos, soy Anna.

- Eso esperó, un gusto Anna - le dije y ella saco una cajetilla de cigarro imitando mi gesto y lo encendió.

La anciana soltó el humo y mi miro por varios minutos.

- ¿De qué escapas, Alex? - soltó de repente y me sorprendió - ¿Como se llamaba?

- Violet - dije con el corazón en la garganta.

Ella asintió y yo solo comencé a mover mi boca contando todo lo que habíamos pasado, desde los más mínimos detalles, hasta la vez en que habíamos hecho el amor .

Ella movía su cabeza y asentía, sonreía y soltaba risas cuando le contaba sobre lo estupendo que me sentía estar con ella, pero esas risas fueron cambiando por extrañeza y angustia cuando le conté sobre su nueva conquista.

- Una mujer con ases bajo manga - le dije - me siento raro, nunca me había enamorado, jamás, quizás había antes confundido ese sentimiento pero sentir lo que ella me hizo ... nunca.

- Ahora tan solo debes esperar - me dijo ella gentilmente - el destino sabrá que hacer, tu ya lo intentaste todo, la buscaste, le declaraste tu amor. Dale un pequeño respiro a tu corazón ahora, esta herido y esas cicatrices lamentable cuando son de amor puro, no son fácil de borrar, hijo mio.

- Lo sé, solo tuve la mínima esperanza ...

- Pero no lo hizo, y espero que ahora este revolcándose en su cama, quemándose por la culpa, porque por lo que me cuentas, ella estaba y se que esta todavía enamorada de ti, pero es muy débil para aceptarlo, puede tener esa supuesta armadura que decías, pero en el amor, ella tiene miedo - ella suspiro - bueno hijo, es hora de irme, mañana es noche buena y es muy tarde para esta anciana, recuerda lo que te dije, pero no pierdas esperanzas, si fue amor real, si la amaste con todas tus ganas, cupido no puede pagarte de esta manera, ten una estupenda noche, y feliz navidad - se despidió.

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