Capitulo 16

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Al día siguiente, Mel, ya se tenía que marchar.
Se levantó muy temprano para terminar de hacer la maleta, y de paso, para preparar los documentos que hacían falta para el avión.

Tras terminar todo, decidió despertar a Aitana para despedirse, puesto que, si no lo hacía, seguramente, le caería una buena regañina.

- Aiti.-le susurra tumbándose su lado.-Aiti.
- 5 minutos más-responde escondiéndose bajo la almohada.
-Aitana, me voy a Barcelona.- al escuchar eso Aitana reaccionó de golpe.
- ¿Qué?
- Solo vengo a despedirme, siento no habértelo dicho antes. No he estado muy bien en esta semana y no me apetecía dar pena. Pero no te preocupes, pronto la Mel de siempre, estará de vuelta. Lo prometo.
- Sabia porque estabas rara, pero también sabia que te hacía falta un tiempo. ¿Te acompaño?
- No, no hace falta.
- No quiero que te vuelvas a callar como has hecho estos días. Te quiero más que a nadie, y siempre lo haré. Nunca querré a nadie más que a ti. Lo sabes.
- No te preocupes, Aitana. Siento no habértelo contado, a partir de ahora, lo haré. Sabes que estas fechas siempre son complicadas para mi.
- Ven aquí.- dice Aitana, abrazándola.
- Yo también te querré más que a nadie siempre.
- Ten cuidado, ¿vale?.- responde su amiga, acariciándole la mejilla. Mel, asiente.

Después de la despedida con Aitana, salió de la habitación cerrando la puerta tras ella, escuchando así a su amiga lloriquear.
Cuando llegó al salón y se limpió las lágrimas que le caían, cogió la maleta que estaba preparada al lado de la puerta y el billete de avión.

Antes de que saliera de casa, se dio cuenta de que Luis, la estaba llamando.

- Buenos días.- decía Mel mientras abría la puerta para salir de casa.
- Buenos días, ricura. ¿Te vas ya, no?
- Sí. Ahora mismo estoy abajo, esperando a el taxi que me lleva a el aeropuerto.
- Has llorado, ¿verdad?.- preguntaba Luis al otro lado del teléfono.
- Sí, te lo iba a contar ahora. No es nada, ha sido por despedirme. Aunque, esto es muy duro.
- Lo sé. Llámame cuando me necesites, aquí estoy. Para lo que sea, como si es dinero. Prométeme que lo harás.
- Jamas te pediría dinero, antes muerta que depender de un tío.- respondió Mel, provocando una risa en Luis.
Te lo prometo. Y ahora, te dejo, que está aquí el taxi.
- Te quiero, Mel. Mándame un mensaje cuando llegues.

Al colgar a Luis, subirse en el taxi, y llegar al aeropuerto, cogió el avión. Durante el trayecto, decidió dormir un poco, puesto que no había dormido nada. Pero, aunque lo intentó, en el avión, tampoco pudo.

Cuando llegó a Barcelona y bajó del avión, vio a su hermano esperándola.

- Hola, princesa.- dijo Hugo, mientras la abrazaba.
- Hola, Hugo.-contestó Mel, abrazando a su hermano, después de meses.
Te he echado tanto de menos, enserio. Me has hecho demasiada falta. Te quiero muchísimo.
- Yo también a ti. Barcelona esta insólita sin ti, por lo cual, yo te he echado más de menos.- respondió Hugo cogiéndole las maletas mientras se dirigía a su coche.- Te dije que te podías venir en mi jet, o al menos que me dejarás pagarte el billete en zona privada, pero no has querido. Terca, como siempre. Y por eso, ahora tienes un dolor de cuello inmenso.
- ¡Qué no!.- dijo Mel, dejándose de tocar el cuello.
Además, ¿que más da, pesado?
- Media hora juntos y ya me llamas pesado, mal vamos.

Con ese comentario, ambos comenzaron a reír y pusieron rumbo a casa. En el camino, Mel aprovechó y escribió a Luis.

Ya he llegado, voy hacia mi casa. Que tengas un buen día, te quiero.

Al llegar, dejaron todo lo de Mel en la habitación de invitados más grande y decidieron bajar a comer.

En la comida, hablaron sobre muchos temas.
Por ejemplo, de lo bien que le iba a Mel en el trabajo, y de los grandes progresos que tenían las empresas de Hugo.
Hugo, siempre ha tenido bastante dinero, pero, con lo bien que iban sus empresas, ahora, tenía más de él que necesitaba. Sus empresas, estaban sobrepasando a las Malen, aunque, pese a eso, entre ellas no había rivalidad. Luis, Pablo y Hugo, eran amigos desde muy pequeños, y se querían mucho por ello.

Tras la comida y el tiempo que habían estado hablando y descansando, llegó el momento que ambos no querían que llegara.

Al darse cuenta, ambos fueron a vestirse. Completos de negro.
Tras vestirse y reunirse en el salón en silencio, Hugo, cogió las llaves del coche, y después,rompió el silencio.

- ¿Todo bien?.- preguntó mientras cogía la mano de su hermana.
- Sí, no te preocupes. ¿Tú?
- Bien, también. Vamos.- respondió tirando de la mano de Mel para ir al coche.

Después de una hora, llegaron al cementerio.
El tiempo que estuvieron dentro fue alrededor de otra hora, pero esta, menos larga.

Cuando salieron y llegaron al coche, Mel, volvió a llorar.

- Tú no te vas a ir nunca, ¿verdad?
- No, nunca. Siempre vas a tener a tu hermano mayor, siempre.- respondió Hugo, mientras la abrazaba y le dejaba repetidos besos en la cabeza.
Te quiero, enana.- le dijo mientras sus lágrimas caían. Él, no lloraba nunca, pero siempre lo hacía en este día específico, año tras año.
- Gracias por estar conmigo desde que tengo uso de razón, sin ti, ahora mismo, no estaría aquí, ni sería quien soy.
- A ti, por venir a mi vida.

Al calmarse, volvieron a casa, y cuando subieron, se tumbaron en el sofá, abrazados, como lo hacían de pequeños, para evadirse de lo que escuchaban o veían.

- Mañana, pasamos el día juntos. Hacemos algo que nos guste a ambos, para compensar el tiempo sin vernos. ¿Qué te parece?
- Genial, me encanta la idea.- respondió Mel, mientras cerraba los ojos y se acurrucaba más a su hermano.
- Descansa, enana.

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