Capitulo 30

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Hoy, Mel, al llegar a su despacho, ha visto una nota que descansaba sobre su portátil.

En vista de que no me lo dices tú, te lo digo yo. Hoy vamos al concesionario, te espero a la salida.
Pablo.

Tras leer la nota y apartarla mientras negaba con la cabeza, tomó asiento y se pegó al escritorio. Miró a su derecha, y vio que Pablo no estaba en su despacho.

Seguramente hoy no trabaja y por eso me ha dejado una nota, pensó.

La mañana la pasó ojeando cada una de las inversiones internacionales que tenia pendientes. Las empresas Malen tienen varias funciones pero las más usuales eran las inversiones.

Después de asegurarse de que el plan que tenía en mente atraería a nuevos inversores, miró el reloj y se percató de que su día en la empresa había terminado.

Dio por hecho que Pablo ya la estaba esperando abajo. Con lo que le gustaba a él controlar, seguramente sabría que salía a las doce.

Tras cerrar el portátil y coger el maletín, salió por la puerta, despidiéndose con un beso de Judith.

Al llegar abajo, vio a Pablo en un coche más alucinante aún que el anterior. Lo alucinante no era el coche, eso era lo de menos. Lo alucinante era lo guapísimo que iba Pablo.

Era la primera vez que lo veía sin traje y estaba demasiado guapo. Mel, se daba hostias mentales por haberse quedado embobada.

Qué Dios griego. Pensó.

Tras salir del mini trance, se acercó al coche.

-Voy en mi coche.
-No.- contestó Pablo, bajando la ventanilla.
-¿Para qué voy a ir en el tuyo si tengo el mío,Pablo?
-Porque quiero, Melanie. Sube.
-Eres muy mandón.- contestó,mientras subía.- Voy en tu coche porque me da pereza ir hasta el mío. No porque tú me lo ordenes.
-Pues este mandón te pone cachonda en menos de una décima de segundo. En cuanto me has visto te has puesto roja o, ¿me lo vas a negar?.- contestó, mientras le besaba en la mejilla.
-Te lo niego. Hace calor.- se justifico Mel.
-Calor el que te da a ti cada vez que te rozo. ¿Estoy mejor así, desnudo, o con traje?

Después de una mirada asesina de Mel, Pablo arrancó, riendo. Mel, para evitar cualquier conversación en la que quedaría más idiota de lo que ya había quedado, puso música. La puso como ella siempre la ponía, a todo volúmen.

Pablo la bajó, y ella, la volvió a subir mientras le ponía cara de pena. A Pablo eso le basto y decidió dejarla.

Tras llegar al concesionario, bajaron.

-¿Donde me has traído?
-Aquí es donde Luis y yo solemos venir a por los coches. Aquí invierten nuestras empresas también.
-El coche lo elijo yo. No voy a dejar ni que elijas ni que pagues. Que te conozco.- aclaró Mel. Pablo, decidió ignorarla y cogerla por la cintura para atraerla hacia a él y entrar al concesionario.

Melanie, al entrar, visualizó al empleado más cercano y decidió acercarse a él, dejando así a Pablo un poco atrás. Le explicó porqué se cambiaba de coche y también le dijo algunos requisitos que requería su coche idóneo.

Pablo, mientras escuchaba a ambos hablar, ponía los ojos en blanco cada dos por tres.
Le aburría tanta charla del chico.

Él y Luis eran más rápidos y hacían de una cosa aburrida, una divertida. Iban a su aire cada vez que iban al concesionario o a cualquier sitio en sí.

-Vale, pues, ¿te enseño varios modelos y me vas diciendo?.- le propuso el encargado a Mel.- Por cierto, soy Adrián. Encantado.
-Melanie.- contestó Mel, mientras estrechaba la mano que Adrián, anteriormente, le había ofrecido.
-Llámala Mel.- interrumpió Pablo.
-Me parece genial tu propuesta.- dijo Mel, obviando a Pablo y sonriendo a Adrián.

Adrián, le enseñó varios modelos a Mel y ninguno le convencía. Pablo, la miraba divertido por las caras que la pobre ponía. Todos los coches le parecían horrorosos pero, le daba cosa decírselo a Adrián.

Pablo, decidió robar a Melanie para enseñarle él coches. Se guió por lo poco que podía haber visto de Mel y dió en el clavo. A Mel le encantó el primer coche que Pablo le enseñó.

Era bonito pero oscuro. Tenía un toque elegante pero no era nada exagerado. Ni muy grande ni muy pequeño. Perfecto.

-Gracias.- le dijo Mel a Pablo.- No lo hubiera podido hacer yo sola. Estoy muy perdida en cuanto a esto se refiere.
-No es nada. Además, seguía escuchando al tío ese y me daba algo ahí- contestó Pablo, mientras se colocaba detrás de Melanie para darle un mordisquito en el hombro.

A Mel le flaquearon un poco las piernas pero se mantuvo firme. Para demostrarle seguridad a Pablo, se dio la vuelta y le miró los labios.

Pablo, esperaba un beso o una mordida de vuelta, pero, en cambio, sólo recibió un pequeño beso cargado de inocencia en la mejilla.

Tras abonar el coste y firmar unos cuantos documentos, Adrián le informó a Mel sobre cuándo podría recoger el coche. Dentro de una semana.

Mel, le dio las gracias demasiadas veces y después, acompañada de Pablo, salió por la puerta.

-¿Comemos algo?,o, ¿te como directamente a ti?.- preguntó Pablo, mientras volvía a apretar a Melanie contra el.
-Quiero comer. Vamos a comer. A un sitio donde se pueda comer. Comida.- contestó Melanie lo más rápido que pudo y con toda su vergüenza incluida.
-De acuerdo.- dijo Pablo mientras reía a carcajadas.- Me encanta tu inocencia.-añadió, encendiéndose un cigarro y llevándoselo a los labios. Mel, se lo cogió y lo tiró.- ¿Ves lo que haces por tocar algo mío?
-¡Cállate!

Para la comida, avisaron a Aitana y a Luis porque salían del trabajo justo a esa hora.

-Mel, ¿me acompañas a unos recados y pasamos la tarde juntos?.- le propuso Luis a Mel, tras salir de la comida acompañados de Aitana y Pablo.
-¡Sí!
-Nosotros volvemos a por unos papeles.- dijo Aitana, refiriéndose a ella y a Pablo.

Mel y Luis, fueron a unas cuantas empresas para firmar unos documentos pendientes de Luis y después, decidieron ir a una cafetería.

Luis, la puso al día y Mel le escuchó. Mel ya lo sabía por Aitana pero aún así, le encantaba que Luis la hiciera partícipe de su vida.

-Y bueno, ¿Pablo va bien?
-¿Como que si va bien?.- preguntó Mel, confundida.
-Que si te ha hecho algo. Ya le advertí de lo que podría pasar. Lo quiero, pero también a ti.
-No. No somos nada.
-El es como yo, Mel. Lleva muchas cosas a cuestas y no conoces nada de él.
-Luis, que me escuches. No está pasando nada entre nosotros. No va a pasar. No tienes porqué preocuparte. Siempre he estado sin un compañero de vida y así va a seguir siendo. Además, sé cuidarme de dos machos como vosotros
-De acuerdo, ricura.- respondió Luis, sonriendo por lo orgulloso que estaba de su amiga y por lo bien que se sentía a su lado.- Te advierto de que aún así, Pablo es mi príncipe y yo su sirena.
-No me pienso meter en esa relación.

Tras eso, ambos estallaron en carcajadas.

-Voy a pedir. ¿Que quieres?
-¿Que crees?
-Sigues pidiéndote lo de siempre.- afirmó Luis, sonriendo.
-Café y gofre con nata.- dijeron los dos al unísono.

Después de que Luis trajera lo que ambos querían, siguieron hablando.

-Fuiste con Rocio, ¿verdad?. Cuando me fui.
-Sí.- respondió Luis, mientras pinchaba con el tenedor un trozo de su gofre y se lo daba a Melanie.
-Yo también fui. Días antes.- contestó Mel, aceptando el trozo de gofre que su amigo le introducía en la boca con su tenedor.
-Lo sé. Te conozco.

Al pasar unas horas, Mel se dio cuenta de que iba siendo tarde y que al día siguiente trabajaba.

-Me voy ya, amor.
-¿Te llevo a que recojas tu coche?
-Por favor.- agradeció Mel, sonriendo a su amigo.
-Tienes dos jefes a los que te puedes camelar. No tienes que tomarte el trabajo tan así.
-El trabajo es trabajo.
-Tira, gruñona.- dijo Luis.

Al llegar al parking donde estaba el coche de su amiga, Luis se estacionó a un lado para no molestar a los posibles coches que llegarán y se giró hacia Mel.

-En esta semana quedamos otra vez. Te quiero mucho.
-Me hacías falta ya. Te quiero más, ricura.- contestó Luis, mientras le daba un beso en la mejilla.

Luis esperó a que Mel se metiera en su coche y arrancara para irse. Una vez lo hizo, se fue de vuelta a su casa.

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