Capitulo 28

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Hoy, es el cumpleaños de una persona muy especial para Luis. Hoy, su hijo, cumpliría 4 añitos.

Pese a que el recordarlo se le hace difícil, con los años, se ha ido acostumbrado a esta fecha, y por eso, hoy se siente con fuerza.

Nada más llegar a su despacho, recibió un mensaje de Melanie.

Voy contigo. Tú me acompañaste los primeros años al cementerio, y yo, lo voy a hacer igual.
Te quiero muchísimo. Os espero en la entrada de allí. No hace falta que me contestes.

Melanie, hablaba en plural porque, sabía de sobra que Pablo iba a ir aprovechando que estaba en España, y también, porque sabía que una personita más los acompañaría.

Pablo, lo llamo unos instantes después diciéndole lo mismo, que lo esperaba en la entrada y que tampoco aceptaba un no por respuesta.

Luis, nunca había vivido este día solo. Siempre lo había pasado acompañado de alguien. Sus padres o alguno de sus dos mejores amigos. Él, lo agradecía mucho. Sin la ayuda de ellos, no lo habría superado.

Tras pasar el día en su despacho firmando documentos necesarios para que los trámites de las dos empresas se llevaran a cabo, decidió ir a hablar con Aitana.

- ¡Hola!.- le saludó Aitana nada más verlo.
- Hola.- respondió, a la vez que sonreía.- Veo que te alegras de verme.
- Cada vez me vas cayendo un poco mejor. Pero, me sigues cayendo mal. Una cosa no quita la otra.
- No sé si agradecértelo o reprochártelo, así que, lo dejo pasar.- respondió mientras continuaba con la sonrisa en la cara. Al ver a Aitana se le había olvidado a lo que realmente venía.
- ¿A qué venías?.- preguntó Aitana, que parecía haberle leído la mente.
- Hoy mi hijo cumpliría cuatro añitos. Cada año, por su cumpleaños, suelo ir a verlo. Me fortalece de alguna forma sentirlo. Pablo y Melanie van a venir. Normalmente lo hacen, aunque, nunca han coincidido, por eso no se conocían. ¿Quieres venir?- le dice algo nervioso .
- Oh. Claro que sí.- respondió Aitana, levantándose así para abrazar a Luis.- Muchas gracias por avisarme. Significa mucho. Gracias.- dijo, mientras se le saltaban algunas lágrimas.
- ¿Por qué lloras?
- Eres muy fuerte. Ya sé porque Mel y tú os entendéis tanto. Sois muy fuertes. Ambos.
- Tu también lo eres.- dijo Luis, mientras le daba un beso en la punta de la nariz a la catalana.

Cuando Aitana terminó de trabajar, bajó al parking, donde Luis, ya la estaba esperando. Al subirse, posó la mano en la de Luis, la cual estaba sobre el cambio de marchas . Ambos, se miraron para transmitirse seguridad y después, pusieron rumbo al cementerio.

Al llegar, Pablo, ya estaba en la puerta. Cuando vio a Luis, lo abrazó y le dio palmadas en la espalda. Luis le sonrió.

- Te quiero. Gracias.- le dijo el gallego.
- Siempre vas a tener aquí a tu hermano.

Tras separarse, Pablo, le dio un abrazo a Aitana y ella, le dio un beso en la mejilla. Se llevaban muy bien.

Unos minutos después, Mel, aparcaba en la puerta del cementerio. Se bajó y le dio un abrazo y un beso a Luis. Luis le susurró que la quería también.

Después, se acercó a Aitana.

- Sabía que ibas a estar aquí. Gracias por acompañarlo.

Aitana, la abrazó con más fuerza y después la soltó.
Pablo, se acercó a ella y le dejó un beso en la mejilla a la vez que la rodeaba con un brazo para comenzar a andar.

Tras estar delante del lugar donde el hijo de Luis estaba, el gallego, se acercó y se arrodilló.

- Mi niño. Pienso en ti todos los días de mi vida, y sueño con tenerte cada noche. Me haces mucha falta siempre, aunque se que allí arriba, estarás bien.

Con esas palabras, Mel, se echó a llorar, y Pablo, movió el brazo que le envolvía en movimientos rectilíneos a la vez que la acercaba a él, para que se relajara.

Luis también se echó a llorar, y Aitana, se arrodilló al lado de él para abrazarlo con todas sus fuerzas.

- El también te quería mucho. Fuiste el mejor padre que pudo haber tenido.- dijo mientras volvía a levantarse.

Mel se agachó a su lado y Luis la acogió en su regazo, quedando así sentada entre sus piernas y envuelta por el cuerpo de su amigo.

-Cuánto te conocí esto te acababa de pasar. Me enseñaste que de todo se sale y me hiciste querer a Rocio y a tu hijo como tú lo hiciste algún día. Te quiero. Más bien, os quiero. Siempre vas a tener a tu ricura aquí.- dijo entre lágrimas, recibiendo así un beso y un apretón de Luis.

Tras un rato más, Luis creía que ya era suficiente y por eso, los cuatro salieron fuera.

Mel, que ya sabía lo que venía, habló.

- Tengo una reunión. Me voy.
- Yo también me voy. Tengo que ir al aeropuerto a despedir a Óscar.- dijo Pablo, que también sabía lo que venía.
- Cuidaros.- dijo Luis.
- Mañana comemos todos juntos. Por hoy ya es suficiente.- contestó Pablo.

Después, cada uno se fue a su coche y desaparecieron por la autovía que llevaba a los destinos a los que se dirigían.

Luis, miró a Aitana. Los dos se habían quedado solos allí.

- Voy a ver a Rocío-dijo, ganándose así una mirada extraña de Aitana.- La madre de mi hijo.- aclaró.
- Oh. Vale. Te espero. ¿Quieres qué te espere?
- Sí. Quiero que me esperes.- contestó Luis, mostrando así una pequeña sonrisa.

Tras llegar al lugar donde Rocío estaba, Luis, acarició el marco que contenía la foto de la chica que más había querido en su vida. Las lágrimas le empezaron a brotar.

- Me enseñaste todo lo que a día de hoy sé. Pero, nunca me enseñaste a seguir adelante sin ti. Siempre serás el amor de mi vida. Te echo en falta cada día. Ojalá todo hubiera salido bien. Te amé, te amo y te amaré toda la vida. Espero que estés volando muy alto.

Después de un rato más llorándole al amor de su vida, decidió salir fuera, donde Aitana, lo estaba esperando.

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