Capitulo 19

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MARATÓN 1/5

Mel, llega a las 6:30 de la mañana a Madrid, y, tiene dos opciones. La primera, no ir a trabajar como le habían dicho Aitana y Luis ,o, la segunda, ir a trabajar.

Como es bastante cabezona, decide ir al trabajo, para así, hacer todo lo que no había hecho los días pasados.

Nada más aterrizar, escribe un mensaje a su amiga.

Voy a el trabajo porque me da tiempo de sobra. Déjame algo de ropa a tu elección encima de la cama, para así, llegar, vestirme e irme. Hoy comemos juntas, y me pones al día. Te quiero.

Cuando llega a casa, ve la ropa que le ha elegido Aitana. Nada mal. Se viste y se peina, se vuelve a echar corrector y sale por la puerta.

Como siempre, el camino, lo hace con música. Después de haber ido a Barcelona, se sentía algo mejor. Ya no tenía ese pensamiento constantemente en la cabeza.

Al llegar y bajarse del coche, ve que Luis, la espera en la puerta.

- Buenos días, ricura. Sabía que ibas a venir, por eso he venido.- dice su amigo, abrazándola muy fuerte.- Te he echado de menos.
- Y yo a ti, no sabes cuánto.
- ¿Como estás?.- pregunta Luis, empezando a caminar con el brazo por encima de el hombro de Mel.
- Bien.- responde, recibiendo así una mirada de desaprobación de su amigo.- Enserio, estoy bien.
- Está bien. ¿Subes sola?, tengo que volver a mi empresa.
- Sí, no te preocupes. Nos vemos. Te quiero. Gracias por preocuparte.
- Te quiero.- responde, dejando un beso en la mejilla de su amiga y dando media vuelta para salir por la puerta.- ¡Ah! Se me olvidaba, tengo que hablar contigo después.

Cuando Mel sube y recibe como siempre, muchos besos y achuchones de Judith, entra a su despacho y se sienta. Se toma un rato y después, se pone manos a la obra.

Cuando es la hora de comer, camina hacia el restaurante donde había quedado con Aitana.

Al llegar, Aitana, ya estaba esperándola.

- ¡Vaya! No serás la chica más guapa de Madrid.- dice su amiga, mientras le da un caluroso abrazo.
- ¡Oh! No, amor. Eres tú.- responde Mel, sonriendo por lo contenta que le ponía ver a Aitana de nuevo.
- Cuéntame, ¿que tal fue?.- pregunta su amiga cogiendo asiento.
- Muy bien. Me alegra el haberme quitado ese peso de encima. Con mi hermano, todo genial. Creo que si lo quiero más, reviento. Pasamos el domingo entero juntos. Y gracias a él, visitar el cementerio no fue tan duro.
- Me encanta vuestra relación. Me encantaría tener un hermano, o al menos, llevarme bien con mi familia.- responde Aitana, haciendo ver así, que no estaba muy bien.
- Ey, ¿que te pasa?

Tras contarle Aitana a Mel todo lo ocurrido con Luis, Mel, se quedó sin habla.

- Dime algo, por favor.
- Dios mío, Aitana.- dice por fin Mel, a la vez que intenta ordenar todo en su cabeza.- Solo tengo una cosa que decirte. Déjate llevar. No te ates a ti misma.
Nunca soy feliz porque hago eso, siempre lo hago.
Me gusta controlarlo todo, y tú, nunca has sido así. No debes serlo ahora, mi vida.
- Pero, no quiero pasarlo mal, no quiero sufrir.
- No tienes porque hacerlo. Mira, se que no estás enamorada, y Luis, tampoco lo estará. Pero, puedes pasarlo bien, ósea, podéis, pasarlo bien, ¿o no?.- deja caer Mel, mientras mira con cara pícara a Aitana.
- Supongo que sí. Tienes razón. No voy a apartarme de algo que al final, me lo hace pasar bien. Aunque, no le voy a dar todo hecho.
- ¡Así es!.- añade Mel, mientras ríe por la cara que ahora mismo, tiene su amiga.

Tras comer, Mel, se percató de que se había dejado el maletín en el trabajo, como de costumbre. Y, justo hoy, lo necesitaba para trabajar un poco desde casa, por lo cual, decidió ir a por el.

Al montarse en el coche para ir a la empresa, se notó cansada. No había dormido nada durante días. Aún así, decidió no darle importancia.

Cuando llegó a la empresa y estaba en su despacho cogiendo el maletín, vio a través de la cristalera que Pablo estaba haciendo una llamada telefónica.
Pablo, que se percató de que Melanie había llegado, colgó el teléfono y decidió ir hasta ella.

Mel,lo siguió con la mirada hasta que Pablo, llegó a su puerta y la tocó.

- Hola, Melanie.
- Hola.- respondió, pensando en lo bien que le sentaba el traje negro.
- ¿No pensabas decirme que te ibas dos días? ¿Prefieres decírselo a Luis? ¿Enserio? ¿Que pensabas? ¿Que te iba a comer si me lo decías?.- soltó Pablo, molesto.
- Tan directo como siempre, Capitán América.- responde Melanie mientras se levanta y rueda los ojos.- Si no te lo dije a ti ,es, porque no tenia ganas.
- ¿Qué fuiste a hacer a Barcelona?
- Pablo, no vayas por ahí. No quiero hablar de eso, enserio, y menos contigo.- responde Melanie, mientras se toca la cabeza, encontrándose mal.
- ¿Estás bien?.- pregunta Pablo acercándose, percatándose de que Mel, no se siente bien.
- Pablo, creo que me voy a desmayar.

Y así fue, tras decir eso, Mel, calló hacia un lado, con la buena suerte de que antes ,Pablo, la cogió al vuelo.

- Joder, Melanie, joder.- maldice Pablo, cogiéndola mejor entre sus brazos para llevarla a casa.

Al salir del despacho con Mel en brazos, Pablo, le pregunta a Judith la dirección de Mel, y tras tenerla, decide llevarla a casa.
Cuando llega al coche, la monta atrás con delicadeza, y se gana así unas cuantas miradas de sus empleados.

- A saber que piensan que hago.- susurra Pablo.

Tras entrar al departamento de Melanie con las llaves que ella misma tenía en el bolso, la tumba en el sofá y le quita los tacones. El, que conoce el motivo por el que se ha desmayado, decide tomar asiento a su lado para esperar que despierte.

(...)

Nada más abrir los ojos, Mel, ve a un Pablo de traje revisando correos.
Pablo, que la mira por milésima vez en dos horas, se percata de que está despierta.

- Madremía , lo que hacen algunas por caer a mis brazos. Había formas más fáciles de hacer que acabe en tu casa, Melanie.- dice Pablo, mostrando una sonrisa al ver a Melanie más roja que un tomate.
- ¿Que ha pasado?.- pregunta Mel, confundida.
Y no me llames Melanie, eres el único que lo hace.
- Por eso lo hago.- responde Pablo.- Te has desmayado y te he traído hasta aquí. ¿Cuánto llevabas sin dormir?
- Duermo bien.
- No se te ocurra mentirme, Melanie. A mi, no.- dice Pablo, mientras se tensa.
- Dias. Llevaba días.
- Pues que no se vuelva a repetir, ¿te enteras?. Si me entero, vas de patitas a la calle.
- ¿Crees que es normal amenazarme así?
- ¿Crees que es normal que esté en tu sofá y con tus piernas en mi regazo? ¿Crees que es normal que tu jefe te salve de romperte unos cuantos dientes?
- ¡Oye! ¡No seas así!.- réplica Mel, volviéndose a poner roja.- No lo he hecho aposta, ¿sabes?
- De acuerdo, wonderwoman. No te enfades, que estás muy bonita así, tranquilita.- responde Pablo, bostezando.- Duérmete, y cuando me asegure de que lo estás haciendo, me voy.
- ¿Qué?.No.¿Por que?
- He dicho que te duermas, Melanie. Si me voy, se que no lo vas a hacer.- dice Pablo, mientras que vuelve a revisar correos desde su móvil.
- ¿Llevas aquí desde que me dormí?
- Sí. Te he limpiado la babita,porque te caia.- responde Pablo, haciendo que Mel se tape la cara con un cojín.- No era verdad. No te la he limpiado.
- ¡Idiota!.- responde, mientras se quita el cojín y mira a Pablo.

Mel, que está demasiado cansada como para llevarle la contraria en lo que dice, decide protestarle al día siguiente.

En unos minutos,consigue dormirse. Algo que nunca pasaba.Últimamente, le costaba demasiado dormir.

Pablo, que se da cuenta de que ya se ha dormido, la tapa con la manta que tiene en el sofá de al lado.

Sonríe al ver que en la manta, hay una ilustración de Wonderwoman.

Tras taparla y volver sonreír inevitablemente al verla tan calmada durmiendo, abre la puerta.

- Duerme, Melanie.- susurra, cerrando tras el, la puerta.

Éxtasis Where stories live. Discover now