Into the Fray - BTS [Norte]

11. Hajun

En cuanto noto el revuelo en el comedor de los Park mientras desayuno en silencio, sé que he fracasado terriblemente en mi intento por salvar a los norteños.

El primero en salir de la estancia es el señor Park, dejándonos a mí y a su mujer en la sala. Yo sigo masticando, como si no me enterase de nada, pero ella se ha detenido en cuanto ha visto a su marido salir. Sé que, si no estuviese yo aquí, se hubiera unido a él, pero supongo que Jeon le dio instrucciones para que me vigilase mientras él estaba fuera; por eso, ahora en vez de comer debajo del árbol, siempre lo hago en el comedor de los Park, vigilada por ellos.

Aunque estoy fingiendo que no sé qué está pasando, la verdad es que por dentro estoy nerviosa. Nerviosa por no saber si ha salido mal para los míos, para ellos o para ambos. Y también un poco decepcionada conmigo misma por no haber podido hacer nada a tiempo.

Después de la escena que tuve que presenciar en la sala de comunicaciones, pasé toda la noche pensando incansablemente sobre cuál era el siguiente movimiento que debería efectuar, pero no llegué a nada concluyente. Porque, a juzgar por lo desaparecido que estuvo Jungkook todo el día, el ataque tendría lugar antes de que yo pudiese hacer nada.

No pensé en volver a la sala por si al hacerlo, el líder seguía desatando su pasión con Jin. O por si me pillaban. Tengo que ser inteligente y pensar que, aunque me moleste que los sureños nos ganen en algo, si quiero que la victoria sea nuestra tiene que haber bajas. Y Rhee Hajun no dejaría que un par de soldados caídos condicionasen el plan para el que lleva preparándose toda la vida.

"Son de los tuyos, sí, pero seguramente ni los conocieses. Un par de peones más en este juego de ajedrez que quieres ganar y, mientras sigas en pie, todo lo demás da igual. Sigue pensando en tu estrategia".

El problema es que creo que estoy dándole vueltas a todo lo demás, precisamente porque no encuentro una alternativa. Todavía tengo claro que el objetivo es infiltrarme entre los sureños plenamente (sin dudas, sin estar vigilada todo el tiempo) para poder pasarle toda la información a mi padre y poder vencerlos. Desde dentro o desde fuera, eso da igual con tal de conseguirlo.

Sin embargo, el plan inicial (conseguir conquistar al líder para hacerme con el control del campamento) ya no va a funcionar. Tenía mis dudas cada vez que intentaba acercarme a él y veía que no servía para nada, pero después de lo de ayer... Después de lo de ayer, si quiero ser práctica, lo mejor es creer que no va a ser posible e intentar pensar en otra cosa.

Creo que, en realidad, estoy seca de ideas porque todavía estoy nerviosa, así que me digo que, aunque el tiempo es oro, mientras se me ocurre algo puedo seguir con la primera parte del plan: la infiltración.

Por eso sigo comiendo con calma, mientras finjo ignorar a la señora Park, que sigue alternando su mirada entre mi cuerpo encogido y la puerta por si llega su marido con noticias. No sé muy bien cuántos soldados de los suyos se han marchado del campamento, pero por su actitud me jugaría el cuello (y no lo perdería) al afirmar que su hijo se encuentra entre ellos.

Lo confirmo del todo cuando el señor Park vuelve, un poco agitado (supongo que porque ha venido deprisa), y su mujer le mira expectante.

—Han vuelto, pero están en la enfermería —dice sin pensar mucho en que yo estoy ahí escuchando atentamente. Cada día pienso más que mi actuación de chica invisible va mejorando por momentos; al menos para alguien que no sea la señora Park, que me mira de reojo. Finjo que sigo en mi mundo, mirando las verduras que reposan en mi plato.

—¿Jiminie?

El tono de preocupación me resulta familiar. Sé que es eso, porque lo he escuchado antes, pero es diferente. No como la que mi padre solía emplear cuando algún plan se torcía o cuando aparecía un nuevo foco de resistencia en el sur. Es más bien... ¿preocupación por su salud? ¿Por su vida? Ni siquiera sé por qué, pero siento que algo se remueve en mi interior, y no me gusta no saber ponerle nombre a esta sensación.