15. Hajun

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—A entrenar. No tenemos todo el día —me grita Jeon desde la puerta de la habitación de Park Jimin (que ahora debería empezar a considerar como mía). Por supuesto, yo ya estaba despierta, así que abro los ojos porque sé que me está observando. Sus pasos no tardan en escucharse en el silencio de la estancia, alejándose de mi cuarto.

La voz de Jungkook hoy suena... diferente. Como si el imbécil quisiera parecer más autoritario que de costumbre.

Claro que sé que es por lo que le dije el otro día. Soy consciente de que no debería y que fue un fallo muy grande en mi plan, empezando porque dije que su campamento era ridículo (que es algo que pienso, pero que Kim Hajun no debería decir en voz alta) y siguiendo porque le confesé, sin quererlo, que sus golpes no sirven para nada. Y eso, si supiese analizarlo fríamente, le diría con total claridad que sé mucho más de lo que le indico. Aunque si no se dio cuenta cuando monté la Glock en sus narices, dudo que sea capaz ahora mismo.

En realidad, aunque sé que se me fue de las manos completamente, sí que había cambiado de estrategia. A Jeon la actuación de pobre huérfana sureña nunca le gustó; no lo entiendo, porque su actitud de héroe anónimo implica directamente que le gusta el tipo de personas a las que puede salvar y que le idolatran a muerte. A lo mejor no funcionó porque, por mucho que mi actuación fuese impecable, nunca le tuve en un pedestal. No me culpo: puedo ser buena actriz, pero ni el mejor de los actores podría conseguir superar la animadversión que me provoca el moreno.

La nueva faceta de Kim Hajun (todavía no sé si afortunadamente o por desgracia) se parece más a Rhee Hajun que a la sureña que estoy intentando interpretar. Y aunque nunca me ha gustado que Jeon me haya sacado tanto de mis casillas como para mostrar una pizca de quien soy en realidad, al ver su cara el otro día, cuando le dejé plantado en mitad del bosque con el ceño tan fruncido que parecía que las arrugas se le iba a quedar incrustadas de por vida, no me pareció tan mal.

De vuelta al campamento me machaqué un poco mentalmente, porque si mi padre supiese lo que he hecho, seguramente estaría decepcionado. No solo por perder la calma con un niñato demasiado cercano al líder, sino por no haberme cuidado de que no me descubriese persiguiéndole. Pero eso a mí no me preocupa, porque sé con seguridad que después de mis reproches no pensó en por qué motivo pude estar yendo detrás de él.

Sin embargo, tras recriminarme todo lo que hice mal para no repetirlo, también caí en la cuenta de que había provocado un sentimiento distinto en Jungkook que, analizándolo, no era exactamente malo. Ahí fue cuando empecé a recordar a las otras dos mujeres que se pasaron el otro día por la enfermería y la actitud tan diferente que Jeon tenía con ellas y conmigo. Mientras que mi actitud sumisa parecía despertar su odio más profundo, la seguridad de Yuna y Chae conseguían todo lo contrario: que el lado más tímido y vulnerable de Jeon saliese a la luz. Y si quiero conseguir acercarme a él como lo intenté con Kim Namjoon, sé que necesito esa parte más que la que está todo el día a la defensiva.

Cuando reaparezco al cabo de unos minutos en el salón de los Park vestida para el entrenamiento, Jungkook está ahí de pie, con la cabeza gacha mientras escucha a la señora Park.

—No puedes ser tan grosero cuando despiertas a la gente —le reprocha—. ¿O yo te despertaba gritándote todas las mañanas? ¿Verdad que no, Jungkook?

—No, señora Park —admite.

—¿Merecías que te despertase gritándote que tenías que ir a entrenar? Encima con ese tono, jovencito.

Jeon parece tan minúsculo (pese a su altura) comparado con la señora Park, que me hace gracia, aunque no lo demuestre.

—No, señora Park —repite.

Into the Fray - BTS [Norte]Where stories live. Discover now