13. Chae

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—Señorita Jeong... hay una mujer y un varón que desean hablar con el líder Min.

Miro a Youngja desde mi escritorio y me llevo la mano con la que no estoy sujetando el bolígrafo a la frente. Últimamente tengo más jaquecas de las que debería si quiero poder pensar fríamente en lo que me ha encargado el líder, pero tampoco tenemos tantos medicamentos como para malgastarlos por un simple dolor de cabeza. Sobre todo, si la causa de que lo tenga es el mapa que tengo delante.

—¿Han dicho sus nombres?

—Son del campamento del líder Jung —responde sin abandonar su postura recatada—. Dicen que es urgente.

Suspiro y dejo el bolígrafo sobre la mesa de madera oscura antes de levantarme y alisar un poco la tela de mi vestido. Paso mis manos por mi moño pulcramente recogido, esperando que siga tan intacto como cuando lo he hecho esta mañana; la imagen es lo primero para causar buena impresión.

—Hay pocas cosas tan urgentes como para perturbar la calma del líder Min, Youngja, así que tendrán que conformarse con mi presencia.

—Desde luego, señorita Jeong —replica, haciendo una reverencia de noventa grados—. Le llevaré con ellos.

El personal del templo sabe perfectamente cuál es su lugar, y es una de las cosas que más me gustan de este campamento: que nuestros roles están definidos y bajo ningún concepto pasamos la línea. Y eso me causa calma. En sí el ambiente de este sitio lo hace.

Visitar el campamento de Kim Namjoon siempre es extraño. La gente campa por sus anchas por las calles residenciales, hablando en voz alta y riéndose como si no estuviésemos viviendo este infierno; como si de un día para otro no pudiera haber un ataque que acabase con nuestra frágil calma. Aquí no; aquí sabemos qué está en juego y luchamos cada día por mantener lo que en ese campamento parece que dan por sentado. Y lo hacemos con la cabeza fría, siempre.

Por eso, aunque es refrescante salir de estas paredes de vez en cuando para darle un respiro a mi mente, siempre me gusta volver a la calma de lo que he empezado a considerar hogar. A mi líder tranquilo, mis estrategias imposibles y el silencio. Adoro el silencio.

Cuando llego a la sala de espera, compruebo que los miembros que están esperando a Yoongi son Song Yuna y Park Jimin. Parecen terriblemente cansados, supongo que es porque han hecho el camino desde su campamento al mío a pie. Por cercanía les conviene más ir al campamento de Kim Namjoon (por eso casi todas las reuniones tienen lugar ahí, además de que, de algún modo, él es el líder supremo de todos nuestros campamentos), así que intuyo que si vienen así de agotados directamente aquí... es por algo realmente importante.

—Yuna, Jimin —saludo, como si ya fuésemos amigos. Aunque entre la morena y yo siempre hay una tensión que se palpa en el ambiente, no pierdo mis formas y les hago una reverencia—. Me comentan que necesitáis ver al líder Min.

La chica suelta una risita antes de que le dirija la mirada más afilada que tengo. Ni con esas abandona la mueca. Aun así, el tema tiene que ser importante, porque en vez de burlarse (como esperaba que hiciera), habla.

—Sí; es muy urgente, así que ya nos estás llevando ante él.

—El líder Min está muy ocupado, por lo que ha redirigido todas las visitas y consultas hacia mí; yo seré la encargada de considerar la importancia del motivo que os trae aquí —respondo sin perder mis modales.

Yuna bufa antes de poner los ojos en blanco.

—No me pateo medio Busan para que ahora me digas que tienes que decidir si lo que yo sé es importante o no. Soy la mano derecha de Hoseok, con mi palabra te debería bastar para...

Into the Fray - BTS [Norte]Where stories live. Discover now