3.

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A partir de ahí, Jean y yo quedábamos todos los días para entrenar. Ya había pasado un año y estábamos descansando tirados en el suelo a la sombra de un árbol. Llovía, no era una lluvia torrencial pero era suficiente para empaparnos. Respiraba entrecortadamente, habíamos hecho una buena carrera para poder refugiarnos bajo aquel árbol.

Jean se reía con suavidad.

Jean: Quien nos iba a decir que hoy iba a llover.

Solté una carcajada.

__:¿El cielo?

Jean me tomo de los hombros.

Jean: Te hecho una carrera hasta llegar al molino.

__: ¿Podrás alcanzarme?

Jean: Dalo por hecho.

Comenzamos a correr colina abajo intentando llegar al molino, me resbalé, Jean se deslizó a mi lado, tirándonos los dos por el fango hasta llegar a la entrada del molino. Abrí la puerta trasera del molino y ambos entramos a nuestro refugio secreto.

Jean: Encenderé un fuego.

Jean tomo varios troncos, saco unas cerillas sabe Dios de donde y encendió las maderas. Me quité la chaqueta y me enjuagué el barro de la cara aún riendo.

Jean: Seguramente, la lluvia vaya a más.

__: Intentaremos volver a casa mañana por la mañana.

Me senté en el suelo al lado de la chimenea y abracé mis rodillas, apoyando la cabeza en la pared.

Jean: ¿En que piensas?

__: Al año que viene entraremos a los entrenamientos... Prométeme que no nos alejaremos.

Jean se sentó a mi lado y me abrazó con suavidad, correspondí de manera inmediata mientras sonreía.

Jean: Lo prometo, sigues queriendo ir a la legión ¿Verdad?

Asentí con la cabeza y Jean hizo una mueca entre el asco y la preocupación.

__: No quiero morir sin saber que hay más allá de los muros Kirchtein.

Jean: No te preguntaré de nuevo, ha sido un error por mi parte.

Me acurruqué en el pecho de Jean y cerré los ojos.

Jean: No cambiaré, lo prometo.

Me dormí abrazándole mientras el me acariciaba el pelo.

El tiempo pasaba después de ese día y cada semana que pasaba, Jean se alejaba más de mí, me dolía pensaba que éramos amigos. Todos los días salía al establo con la esperanza de encontrarle apoyado en la valla que separaba mi casa de la suya.

Llamaba a la puerta de su casa y siempre me abría su madre y me decía que no sabía dónde estaba, sabía que me mentía, pero lo respetaba.

Llegó el día de la inscripción y mi madre y yo nos sentamos la una frente a la otra en la mesa del salón.

Ariadna: No soy quien para pararte los pies, estos últimos años no has dado tanta guerra como solías hacer...

__: Mamá...

Ariadna: Cumples 15 años dentro de a penas dos días... Estás toda hecha una mujer...

__: Mamá, prometo no acabar como papá y vengar su muerte.

Mi madre esbozó una sonrisa y le tomó de las manos con suavidad.

Ariadna: Yo solo quiero que llegues a adulta, como yo, que tengas hijos, como yo y que te cases con alguien que te ame... Como yo... Quiero que seas feliz.

Kirschtein {Jean x reader}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora