Capítulo 12.

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Cuando despierto noto un tacto suave y cálido a mi al rededor. Abro los ojos y una manta envuelve mi cuerpo proporcionándome calor. Me froto los párpados soñolienta y me vuelvo hacia la cama. Barnaby no está, debe de haber sido él quien me tapó anoche. Lo sabía, sabía que estaba pendiente de mi por mucho que finja no estarlo.

Sólo hay que prestar atención a los pequeños detalles.

Con una sonrisa embelesada acaricio la manta inconscientemente, imaginando cómo él me cubre con ella la noche anterior. Suspiro y me levanto estirándome cuan larga soy. Me visto y bajo a desayunar. Hoy es el último día y me apetece dar una vuelta antes de volver a palacio.

Caminando me fijo en el bosque y me estremezco con un nudo en la garganta, trago saliva y miro la frondosidad del lugar inquieta. Escucho el crujir de unas ramas y una sombra aparece entre los árboles. No tengo que tenerle miedo, debo afrontar mis miedos. Esa cosa nos está atormentando a todos. Trago saliva y me encaro a esa criatura monstruosa, reuniendo fuerzas para afrontarla con valentía. Algo suave acaricia mi pierna y doy un salto atrás sobresaltada, soltando un grito inminente.

Un gato negro y de ojos verdes, maulla, araña el suelo y bufa con todas sus ganas, enseñando sus afilados colmillos con agresividad. El intruso se echa atrás confundido y se desvanece en el aire sin más. Con el corazón sintiendo que se me va a salir del pecho, miro de reojo a Cirilo, que ahora pasea con elegancia a mi al rededor victorioso. Fuera lo que fuera, Cirilo lo ha echado de aquí. Con una sonrisa me agacho ha acariciarlo, pero sólo recibo un arañado de parte suya y un bufido. Me mira con ojos acusadores y chasqueo la lengua dolorida.

—¡Me has hecho daño! ¡Primero me defiendes y ahora esto! —mascullo contrariada, frotando mi mano derecha que está marcada por tres finas líneas sangrando —. ¿Por qué eres tan bipolar?

Él maulla contestando a mi pregunta con soberbia. Me levanto y me doy la vuelta, aún con el cuerpo temblando por la adredalina de ese encuentro fortuito. De repente, noto algo pesado que hace que mi hombro caiga con pesadez, me giro confundida y para mi sorpresa, Cirilo se ha posado en mi hombro para descansar cómodamente ahí.

Me quedo mirándolo patidifusa y boquiabierta.

—Está bien. Los gatos sois muy raros —comento mirándolo extrañada —. Sin embargo, creo que te tengo cierto cariño. Has alejado a esa cosa horrible de mi.

—¿Con quién hablas?

Me llevo la mano a la boca dando un respingo y me giro asustada. Cirilo gruñe por lo alto, sacando sus uñas y clavándolas en mi hombro. Después da un salto, bufa a Barnaby y sale corriendo. Yo reprimo un chillido dolorida y maldigo a Cirilo por segundos.

Ahí está, dirigiéndose a mi en este momento. Su cabello negro que brilla bajo la luz, sus ojos oscuros e intensos que hacen que tiemble cada vez que se clavan en mi, su cuerpo bien formado físicamente y algo fornido, firme como siempre. Su rostro de piel de porcelana, tan neutral y misterioso como siempre, dejando un aura que parece imposible de franquear ¿Algún día me dejara derribar esa muralla que impone a todo el mundo? Quizás ese día nunca pase, pero me gustaría saberlo.

—¡Lo siento! ¿Estás bien?

Se acerca y examina mi hombro y mi mano con sutileza.

—¡Maldito gato! —espeta, mirando de reojo cómo nos mira desde la puerta de la casa con mala cara.

—Le has asustado, igual que a mi —digo en su defensa —. De cierta forma, no hace mucho me ha ayudado.

Barnaby sacude la cabeza confundido y fija sus ojos en mi asombrado. Se rasca la cabeza y después frota su rostro exhausto. Deja caer los hombros y vuelve a observarme hastiado, pero manteniendo cierta comprensión a pesar de todo.

MENTIRAS EN LA REALEZA (TERMINADA)Where stories live. Discover now