Tal vez estaba mal, pero es que cada que lo veía solo deseaba abrazarlo y decirle lo mucho que lo quería además de hacerle saber que todo estaría bien, que estarían bien.
El problema era que alguien más ya estaba haciendo todo eso.
~Errores ortográ...
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Mierda y más mierda. Debía ser una puta broma, juraba que tenía una sudadera en su taquilla pero no había nada, era su sudadera de emergencia.
Metió sus manos una vez más pero lo único que salió fue un pequeño papelito de color amarillo.
"Tome tu chaqueta, espero no te moleste :) -G"
Mataría a Gustabo, estaba claro. Aunque después se dió cuenta de que no era culpa de su hermano, porque el rubio llevaba tiempo trabajando en el CNI así que había tomado la chaqueta tiempo atrás y él no se había dado cuenta.
Miró a su alrededor pensando en una alternativa, no podía llevarse una chamarra del cuerpo porque descubrirían que era policía y dudaba mucho que hubiera algo decente en las cosas perdidas. Mordió sus uñas mientras hacía memoria sobre los agentes que había disponibles aunque seguramente todos estarían descansando ahora, nadie se quedaba a las 4 de la mañana en diciembre.
Pensó en salir corriendo y subir a su auto pero los -13 grados que hacían afuera y su camiseta de tirantes lo mataría del frío más rápido que alguna mafia.
Comenzó a vagar por la comisaría mientras pensaba en qué hacer, por el momento era el único lugar que lo mantendría caliente hasta que encontrará una alternativa. Subió los escalones hasta la primera planta con la mirada baja pero su cara golpeó con algo o mejor dicho el pecho de alguien.
—L-lo siento Comisario.— se disculpó mientras mordía los pellejos de sus labios.
—Buenos días, Horacio. ¿No había terminado su turno ya?— el mismo ruso lo había despedido hace minutos atrás.
—Sí, es solo que no tengo una chaqueta para salir, tenía una en mi casillero pero Gustabo la tomó y ahora me congelaré antes de poder llegar a casa.— suspiró colocando sus manos sobre su rostro y jalando un poco sus mejillas.
—En mi taquilla tengo una sudadera, la contraseña es 15-17-22.— Volkov pasó a su lado mientras él seguía en shock, ¿Le estaba prestando ropa?
Cuando el ruso estuvo lo suficientemente lejos pudo caer en cuenta que no estaba soñando y que tendría una sudadera del Comisario. Corrió como niño pequeño de regreso a los vestidores y se acercó a la taquilla del otro, colocó la contraseña y sacó una sudadera negra con el logo de Adidas en la parte frontal; se la colocó sin pensarlo notando lo grande que le quedaba, ya que los 2 metros que media el menor eran evidentes, dió un gran suspiro notando que olía a aquella colonia que usaba Volkov además de algún suavizante para ropa.
Salió de la comisaría sintiendo solo el viento en su nariz, ya que el gorro no podía cubrir esta, caminó hasta su auto y una vez dentro arrancó hasta su hogar.
