Capítulo 23: ¿Cómo termino así?

1.1K 134 13
                                    

Si alguien le pidiera a Eraserhead hacer una descripción de su vida, él probablemente diría algo como: "Mi nombre es Shouta Aizawa, tengo 31 años, estoy casado con una cacatúa rubia desde hace 10 años, tengo 3 hijos adoptivos y otros 19 adolescentes de entre 16 y 17 años que no son mis hijos pero que los amo y se comportan como si lo fueran."

Eso quizás sería raro para muchas personas pero para él era de las cosas más normales del mundo, como maestro, jamás creyó tener una tendencia a encariñarse con sus alumnos; por lo general tanto su jefe como los demás héroes que conocía solían reprenderlo por como trataba a los podres adolescentes, deshaciéndose de ellos tan pronto como notaba errores "fatales" siendo capaz de expulsar a una clase completa de héroes por incompetencia y ateniéndose a las consecuencias de eso después.

Por supuesto, ese patrón se había mantenido hasta que conoció a la clase de 1°A.

Al principio, había sido tan duro con ellos que estaba completamente seguro de que algunos incluso temían estar cerca de él durante mucho tiempo, pero a más de un año de haber estado junto a ellos los jóvenes estaban tan acostumbrados a su cariño que no tenían miedo de abrazarlo cuando lo desearan o de pedirle algo con ojos de cachorro y sonidos dulces porque sabían que era probable que lo obtuvieran.

Había algo en esa clase que hacía que Shouta se sintiera blando, como si le de repente le hubieran disparado con un rayo de ternura que aliso todos los bordes filosos de su personalidad hasta permitirle ser como un padre adoptivo para todos ellos. Quizás había sido el hecho de que tuvo que protegerlos con su vida en más de una ocasión, quizás era porque la personalidad de todos ellos en mayor o menor medida era cariñosa y amable a su propia manera en particular, quizás simplemente se trataba de que al hombre de cabello negro le habían gustado los ideales que regían a los miembros de la clase y se había encariñado con los pequeños héroes pero en verdad era capaz de decir que los amaba.

Era un tipo de cariño diferente al que sentía por su familia, no menor ni mayor si no simplemente diferente, expresado de otra manera pero con la misma intensidad.

Su cariño por todos esos niños no era solo porque estuvieran en la misma clase de su hijo, si hubieran sido incompetentes ni siquiera estaría interesado en ellos pero no, los niños eran tan atentos con él como lo era él con ellos, el cariño era mutuo y por mucho que quisiera negarlo a Aizawa le encantaba verse sumergido en esa bola de amor que era su clase, sus niños, si pudiera los adoptaría a todos sin dudarlo.

Por fortuna su clase también quería mucho a Hizashi, como él esposo de su maestro, lo tenían en estima y consideración todo el tiempo, preguntaban por él, le regalaban cosas a través de Shouta, perseguían el cariño físico con la misma intensidad, en general el rubio recibía una atención paralelamente igual a la que recibía su esposo y estaba muy feliz con ella.

Dentro de lo formidables, determinados y fuertes que eran sus niños, Shouta conocía sus debilidades, lo que les hacía sentir más aterrados, aquello que era capaz de sacar lo peor de sí mismo y las cosas que los hacían sentir como una gigantesca bola de masa para galletas lista para ser horneada en un horno de amor cálido y puro.

Quizás por eso, no le sorprendió tanto cuando los tuvo frente a su puerta a tan solo 3 semanas después de haber empezado la cuarentena.

Su clase era muy apegada a él, lastimosamente no podía vivir con ellos en el mismo bloque debido a la política de los matrimonios en la U.A por lo que aprovechaban cada momento que pudieran pasar con él y en donde no tuvieran que actuar tan formalmente como lo hacían cuando estaban en horario de clase.

Así que siempre supo que sería difícil para todos no estar presentes en el aula, por mucho que las clases virtuales le permitieran ver a sus niños (que ya se estaban pintando el cabello o probando estilos que no habían tenido oportunidad de hacer antes) no eran lo mismo a llegar un día normal con su café en mano y ver su escritorio listo, con una galleta de mantequilla en una pequeña bolsa mientras los estudiantes se acomodaban en sus bancos para sonreírle y decir "Buenas días Aizawa-senseí" con la mejor sonrisa mañanera que pudieran poner (la mayoría de ellos, él no iba a exigir que Bakugou, Tokoyami, Todoroki o Shoji sonrieran.)

Pequeños cambios.Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang