𝒟𝒾𝑒𝒸𝒾𝑜𝒸𝒽𝑜

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ℭ𝔢𝔡𝔯𝔦𝔠

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Omnisciente

Volvieron al Gran Comedor para el banquete de la noche. Para entonces, Ludo Bagman y Cornelius Fudge se habían incorporado a la mesa de los profesores. Bagman parecía muy contento, pero Cornelius Fudge, que estaba sentado junto a Madame Máxime, tenía una mirada severa y no hablaba. Madame Máxime no levantaba la vista del plato, y a Dakota le pareció que tenía los ojos enrojecidos. Hagrid no dejaba de mirarla desde el otro lado de la mesa.

Hubo más platos de lo habitual, pero Harry, que empezaba a estar realmente nervioso, no comió mucho, a pesar de que Dakota lo regañaba y le insistía en que comiera. Cuando el techo encantado comenzó a pasar del azul a un morado oscuro, Dumbledore, en la mesa de los profesores, se puso en pie y se hizo el silencio.

—Damas y caballeros, dentro de cinco minutos les pediré que vayamos todos hacia el campo de quidditch para presenciar la tercera y última prueba del Torneo de los tres magos. En cuanto a los campeones, les ruego que tengan la bondad de seguir ya al señor Bagman hasta el estadio.

Harry se levantó. A lo largo de la mesa, todos los de Gryffindor lo aplaudieron. Los Weasley, las Rose y Hermione le desearon buena suerte, y salió del Gran Comedor, con Cedric, Fleur y Krum.

—¿Hablaste con Malfoy sobre lo del artículo? —le susurró Hermione

—No —le susurró Dakota—. Le conté a mamá que estamos juntos, pero no he hablado con el. Y no lo tengo planeado, todavía —le dijo—. Estoy enojada con el. No debió de haber hecho eso

Hermione miro sobre su hombro y después regresó su mirada hacia su amiga

—Prepárate, amor mío. Porque no te quita los ojos de encima —le susurro Hermione—. Lo veo muy decidido a hablar contigo. Y presiento que está esperando a que estés lejos de tu mama.

Cinco minutos después las mesas del Gran Comedor comenzaron a desocuparse, y las gradas del campo de Quidditch, comenzaron a llenarse. El aire se llenó de voces excitadas y del ruido de pisadas de cientos de alumnos que se dirigían a sus sitios. El cielo era de un azul intenso pero claro, y empezaban a aparecer las primeras estrellas. Hagrid, el profesor Moody, la profesora McGonagall y el profesor Flitwick llegaron al estadio y se aproximaron a Bagman y los campeones. Llevaban en el sombrero estrellas luminosas, grandes y rojas. Todos menos Hagrid, que las llevaba en la espalda de su chaleco de piel de topo.

—Lo hará bien —aseguró Dakota, más para si misma

—Lo harán —confirmó Hermione

𝒟𝒶𝓀𝑜𝓉𝒶//𝒟𝓇𝒶𝒸𝑜 ℳ𝒶𝓁𝒻𝑜𝓎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora