𝒟𝒶𝓀𝑜𝓉𝒶//𝒟𝓇𝒶𝒸𝑜 ℳ𝒶𝓁𝒻𝑜𝓎

𝒯𝓇𝑒𝒾𝓃𝓉𝒶 𝓎 𝓈𝒾𝑒𝓉𝑒

𝔄𝔯𝔱𝔥𝔲𝔯

Omnisciente

Era tal vez un poco más de media noche. Dakota despertó, soltó un suspiro al percatarse de que seguía oscuro y se acomodó para volverse a dormir. Sus ojos se abrieron de golpe al recordar que había dejado su libro de pociones en la Sala Común. Se levantó, se puso sus pantuflas y tomó su varita. Salió de su habitación y susurró: "Lumos" y la punta de su varita se encendió

—¡Srta. Rose!

La pelirroja dio un respingo

—¡Profesora McGonagall! Yo solamente iba por mi...

—No interesa —le dijo, se veía demasiado alterada—. Ve por la Srta. Weasley en caso de que no nos encontremos abajo, vayan directamente al despacho de Dumbledore, la contraseña es: Meigas fritas.

Dicho eso, se dio la vuelta y se fue. Dakota se quedó confundida, pero debido al estado en el que se encontraba su profesora, decidió darse prisa e ir por Ginny

(...)

Dakota, Ginny, la profesora McGonagall, Fred y George, caminaban hacia la oficina de Dumbledore. La profesora había puesto en contexto a los cuatro confundidos adolescentes, y todos estaban notoriamente aterrados y preocupados

(...)

—¿Qué pasa, Harry? —preguntó Ginny, que tenía aspecto de estar muerta de miedo, apenas entraron a la oficina de Dumbledore—. La profesora McGonagall dice que has visto cómo atacaban a papá...

—Su padre ha tenido un accidente mientras trabajaba para la Orden del Fénix —explicó Dumbledore antes de que Harry pudiera hablar—. Lo han llevado al Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas. Los voy a enviar a casa de Sirius, que está mucho más cerca del hospital que La Madriguera. Allí se reunirán con su madre.

—¿Cómo vamos a ir? —preguntó Fred, muy afectado—. ¿Con polvos flu?

—No —respondió Dumbledore—. Ahora los polvos flu no son seguros, la Red está vigilada. Utilizarán un traslador. —Señaló la vieja tetera de aspecto inocente que había dejado encima de la mesa—. Estamos esperando el informe de Phineas Nigellus. Antes de enviarlos quiero asegurarme de que no hay ningún peligro.

En ese momento se produjo un fogonazo en medio del despacho; cuando se apagó, apareció una pluma dorada que descendió flotando suavemente.

—Es el aviso de Fawkes —anunció Dumbledore, y tomó la pluma antes de que llegara al suelo—. La profesora Umbridge sabe que no están en sus camas...Minerva, vaya y entreténgala, cuéntele cualquier historia...