𝒞𝒾𝑒𝓃𝓉𝑜 𝒹𝑜𝓈

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𝔊𝔬𝔡𝔪𝔬𝔱𝔥𝔢𝔯

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𝔊𝔬𝔡𝔪𝔬𝔱𝔥𝔢𝔯

Omnisciente

La casita de Bill y Fleur, de paredes encaladas y cubiertas de conchas incrustadas, se alzaba aislada en lo alto de un acantilado que daba al mar; era un lugar precioso pero solitario. En cualquier sitio de la pequeña casa o del jardín que estuviera, Dakota oía el constante flujo y reflujo de la marea, semejante al respirar de una criatura enorme y apaciblemente dormida.

A Hermione, ya no le quedaba más remedio que aceptar que la Varita de Saúco existía, afirmaba que ésta era un objeto maldito, y que el método utilizado por Voldemort para obtenerla había sido tan repugnante que ellos no podían ni planteárselo.

—Tú jamás habrías podido hacer eso, Harry —decía una y otra vez—. Tú jamás habrías profanado la tumba de Dumbledore.

Pero pensar en el cadáver de Dumbledore asustaba a Harry mucho menos que la posibilidad de que hubiera entendido mal las intenciones del anciano profesor en vida. Era como si aún se moviera a tientas en la oscuridad; había elegido un camino, sí, pero seguía mirando atrás, preguntándose si habría malinterpretado las señales y si no debería haber hecho lo contrario. De vez en cuando volvía a enfurecerse con Dumbledore, y su rabia era tan potente como las olas que rompían contra el acantilado bajo la casita, una ira que el profesor no le había explicado antes de morir.

—Pero ¿seguro que está muerto? —preguntó Ron cuando ya llevaban tres días en El Refugio.

Harry estaba absorto mirando por encima del muro que separaba el jardín del acantilado cuando se presentaron Ron, Dakota y Hermione; él habría preferido que no lo hubieran encontrado, porque no quería participar en su discusión.

—Sí, Ron, claro que está muerto —dijo Hermione—. ¡No volvamos a empezar, por favor!

—Bien, pero observa los hechos, Hermione —dijo Ron, aunque era como si hablara con Harry, que seguía contemplando el horizonte—: la cierva plateada, la espada, el ojo que Harry vio en el espejo...

—Harry ya ha admitido que lo del ojo pudo imaginárselo. ¿No es así, Harry? —volvió a decir Hermione.

—Sí, así es —confirmó el chico sin mirarla.

—Pero no crees que te lo imaginaras, ¿verdad? —preguntó Ron.

—No, no lo creo.

—¡Pues ya está! —se apresuró a decir Ron antes de que Hermione replicara

Dakota y Harry compartieron una mirada.

—Mátame —le susurró Dakota a Harry.

—No. ¿Entonces quien me mataría a mi?

—Quien-Tu-Sabes —dijo Dakota, con una sonrisa de fingida inocencia.

Harry la volteó a ver con cara de "¿en serio?". Hicieron contacto visual por unos segundos y después ambos soltaron una risa.

𝒟𝒶𝓀𝑜𝓉𝒶//𝒟𝓇𝒶𝒸𝑜 ℳ𝒶𝓁𝒻𝑜𝓎Where stories live. Discover now