CAPÍTULO 2

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No odiaba como tal a Sebastian, desde hace mucho que dejé de tomarle importancia a todo lo que tuviese que ver con él, o al menos a todo aquello que pudiese llegar aún a afectarme. Sin embargo, no era fácil para mí lidiar con él, no después de todo lo que tuve que pasar gracias a su ególatra, vanidoso y presuntuoso ser.

En resumen, ambos (o solo yo) habíamos firmado un acuerdo invisible de mantenernos alejados, sin contacto alguno y el mundo podría mantener el curso de la vida de una manera equilibrada y próspera. Por desgracia, ninguno contaba con esta situación, ¿Acaso había llegado el día del juicio final? Dudoso... Esto era más bien otro extraño, pero no tan extraño y desagradable episodio de mi telenovela favorita, capítulo mil: Coincidencias desastrosas en la vida de Holly Adler, en la cual, él formaba parte esencial del elenco.

- ¿Lista? –me preguntó.

Lo ignoré por completo desviando mi mirada hacia el otro lado. Él resopló y apoyó ambos codos sobre la mesa.

-Terminemos con esto de una vez.

El Sr. Abbott comenzó entonces a repartir las papeletas, dejando dos de ellas sobre nuestro escritorio.

-Tienen una hora.

Cogí mi papeleta e intenté concentrarme en leer las indicaciones, cuando de pronto, noté a Sebastian observándome.

- ¿Qué? –le pregunté con el ceño fruncido.

Él sonrió con fanfarronería y comenzó a escribir su nombre en la parte superior de la hoja.

-Olvídalo.

-Ni me lo tienes que decir –murmuré.

Me dispuse a hacer lo mismo y durante el resto de la hora cada quien se concentró en sus preguntas. Antes de que terminara el tiempo me tendió la papeleta y colocó sus cosas sobre el escritorio.

-Ahí lo tienes.

Se reclinó hacia atrás en su asiento y dirigió su mirada al techo. Mientras tanto, yo revisaba que sus respuestas estuviesen correctas. No era para tanto, pero no podía confiarme y mucho menos de él.

Cuando el Sr. Abbott dio por finalizada la prueba, yo aún revisaba exhaustivamente mis respuestas. Quería que todo fuese correcto. No pensaba ni por un segundo en ser yo la causante de un deficiente para los dos.

-Holly, todo está bien –afirmó Sebastian cogiendo las papeletas de mis manos –Yo mismo he visto lo que has puesto.

-Pensé que estabas concentrado mirando al techo –respondí.

-Somos pareja ¿no?

- ¿Qué? –dije inmediatamente.

-Me refiero durante la prueba. He revisado mientras terminabas.

Carraspeé y me moví incomoda ante mi aparente exaltación innecesaria.

-Claro. Solo quería estar segura.

Él se levantó y dejó ambas papeletas sobre el podio frente a nosotros.

-Nos vemos –dijo a secas mientras cogía sus cosas.

Lo observé hasta que salió del aula. Parte del resto de personas ya habían salido también y poco menos de la mitad continuaba adentro charlando sobre las respuestas.

Junté mis cosas y apoyé mi rostro sobre ellas. Mi mañana había comenzado del asco, ¿Cómo entre tantas posibilidades me tenía que pasar justamente la peor de todas? Claro, mi vida atendía fielmente a la ley de Murphy en cada situación.

Levanté mi rostro dispuesta a irme por algo de comida antes de mi siguiente clase, cuando una sonrisa con enormes dientes apareció en mi radar. Wade estaba delante de mí sosteniendo una pequeña palomilla de origami. Me miró dulcemente y la puso sobre mis cosas.

Una vez másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora