CAPÍTULO 6

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El estruendoso sonido del despertador irrumpió en mi placido sueño haciéndome pegar un brinco, y mientras lo buscaba con los ojos aun cerrados terminé cayendo de la cama y golpeando mi cabeza contra el buró junto a la cama.

Cuando por fin lo logré desconectar y abrí por completo los ojos, me atacó un agudo dolor de cabeza, resultado de la noche de ayer, sumándole el golpe que me acababa de dar.

Permanecí sentada en el suelo con las sábanas a un lado mirando a ninguna parte. Todo me parecía aún borroso, había demasiada luz. Juraba que había corrido las cortinas y no recordaba haber puesto el maldito despertador.

Sobre el escritorio había una taza de café humeante y una aspirina. Asumí que había sido Lucy quien entró y lo dejó ahí, quizás ella también fue quien corrió las cortinas. De cualquier forma y aunque intentara descifrar quien había sido, no importaba porque no conseguiría conciliar el sueño otra vez.

Me levanté del suelo con pereza, me tomé la aspirina y salí de la habitación escuchando voces al fondo en la cocina. Cuando me asomé vi a todos con la cabeza reclinada sobre la losa del desayunador.

-Buenos días -dije mientras me sentaba frente a un plato aún vacío y una copa con jugo de Naranja.

-Explícame qué tienen de buenos -respondió Wade con voz pastosa.

- ¿Acaso no has dormido? -pregunté. Se veía terrible para ser Wade.

- ¡Qué va! Primero con los ronquidos de Milo no pegué el ojo en toda la noche y luego el maldito despertador.

-Pensé que ustedes lo habían puesto...

-Luuucy –respondieron todos al unísono.

- ¡Chiiist! –Replicó ella poniendo un delicioso Omelette sobre mi plato –No es mi culpa que anden de revoltosos por la ciudad y aparezcan en plena madrugada golpeados y borrachos.

-No estábamos borrachos –repuso Milo levantando la cabeza –bueno, no tanto. Es la primera vez que nos pasa algo así.

-Y espero que sea la última –respondió Lucy con seriedad –No puedo estar siempre con el corazón en la mano esperando a que lleguen ilesos y temprano a casa.

-Prometo que será la última –le aseguré.

Wade reclinó su cabeza sobre mi hombro y me susurró algo que no logré captar.

- ¿Qué dices?

- ¿Por qué no aceptaste irte con Sebastian? –repitió.

Inmediatamente le lancé una mirada llena de indignación. Seguían con el mismo tema y ya me estaban rayando con eso.

-Les he dicho que paren con todo eso. No lo quiero cerca de mí.

- ¿No crees que ya fue suficiente? –preguntó Scarlett mientras masticaba su comida.

- ¿Hablas en serio? Hace dos días lo invitaste a nuestro apartamento y por si no recuerdas, llegó con Sierra. Y ni siquiera me digas lo que ocurrió en mi cama.

No podía creer que estuviesen intentando convencerme de acercarme nuevamente a él, o peor aún, arreglar las cosas. Para mí no había nada que arreglar.

-Ni sé por qué estaba ella con él –respondió. –Únicamente llamé a Sebastian, pero quizás Adam le dijo a ella que llegara.

- ¿Por qué lo llamaste en primer lugar?

Scarlett calló y se concentró nuevamente en su plato de comida.

-Necesitaba su ayuda, ¿vale?

Una vez másWhere stories live. Discover now