CAPÍTULO 19

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Su mirada era demasiado intensa y estaba cada vez más cerca de mí. La forma en como sus labios temblaban era indicio de sus verdaderos deseos y no había forma de escapar de él. No podía salir corriendo como siempre lo hacía. No había nada en el mundo que me impidiera besarlo esta vez.

- ¿Paz mundial? –respondí en un hilo de voz.

No podía vocalizar correctamente, sentía la garganta seca y la lengua entumecida. No sabía si era por mi fobia o por el inminente terror de sus labios rozando los míos una vez más.

Sebastian permaneció inmóvil por una fracción de segundo, hasta que agachó el rostro y comenzó a reír.

-Ay Holly, –dijo y se dejó caer nuevamente a donde estaba antes –no paras de sorprenderme.

-Lo siento Seb... es solo que no paro de pensar que estamos encerrados aquí y yo quisiera... pero...

Él levantó la mano como si fuera a interrumpirme, pero en lugar de ello se quedó observándome con mucha extrañeza.

- ¿Acabas de decirme Seb?

Ni siquiera lo había notado. De inmediato me sonrojé y la falta de argumentos o excusas para ello lo hacían todavía peor.

- ¿Eso dije? –Pregunté intentando aparentar desinterés –No me di cuenta.

-Comienzo a creer que tu deseo de paz mundial sí es posible –bromeó.

-Por el momento me conformo con salir de aquí.

Alargué mi brazo hasta el botón de emergencia y lo presioné una vez más, pero el tablero seguía completamente descompuesto. Sebastian gateó hasta las puertas del elevador y acercó su rostro a ellas.

- ¿En qué piso estamos? –me preguntó sin apartar el rostro de las puertas de elevador.

-Deberíamos estar uno o dos pisos abajo, pero no escucho música y estaba muy alta cuando salimos de ahí.

-En ese caso o estamos mucho más abajo o no hay música en lo absoluto.

-Imposible –repliqué –Scarlett no lo permitiría ni aunque la misma junta directiva del edificio se lo ordenase. ¿Acaso no recuerdas su primera fiesta de cumpleaños en el campus?

-Por supuesto –respondió él –, esa noche te conocí.

-Cierto, -murmuré con cierta nostalgia –tenías el cabello rubio.

- ¡La peor apuesta de mi vida!

-Sin duda fuiste la atracción principal de la fiesta.

-Para mí lo fuiste tú –dijo y nuevamente un silencio incómodo nos invadió.

-Fue una excelente noche...

-Pues aún falta mucho para que termine esta -dijo al mismo tiempo que rosaba su mano con mi pierna.

No hice ningún movimiento más allá de simplemente cerrar mis ojos. Necesitaba calmarme por un segundo. No podía negar la tensión que existía entre los dos sobre todo al estar encerrados aquí, pero debía pensar muy bien las cosas. Ni siquiera sabía si todo este juego de palabras, romanticismo enmascarado y miradas coquetas era momentáneo. Si al salir de aquí seguiríamos sintiendo esa misma tensión por besarnos y tocarnos otra vez o si todo volvería a como estaba antes. Ni siquiera sabía si al salir de aquí, él se quedaría en la fiesta. Recordé la carta en su auto y eso fue suficiente para regresarme a la realidad de los hechos. No tenía idea de quién le había escrito esa carta, pero tendría que ser lo bastante importante para hacerle regresar a casa, si es que en realidad iba a casa.

Una vez másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora