CAPÍTULO 17

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-Cruza en la siguiente esquina y luego detente.

El pequeño local estaba del otro lado de la calle.

- ¿Es ese café? –me preguntó Sebastian, mientras estacionaba el auto. Asentí y desvié la mirada hacia el otro lado.

-Hay que darnos prisa –dije y salí del auto sin decir más.

Me asomé a la vitrina y reconocí el cabello rebelde de Travis al fondo. Aparentemente estábamos de suerte ya que estaba atendiendo el lado de la panadería. No sabía cómo reaccionaría Sebastian al tenerlo nuevamente de frente y eso me inquietaba demasiado. Había pasado mucho tiempo desde la última vez y en ese entonces no le agradaba, incluso afirmaría que lo odiaba por razones que Tom nunca quiso explicarme. Solo esperaba que estuviese lo suficientemente de buenas para tratar con él. Después de todo, necesitábamos urgentemente su ayuda.

Parecía ser un día caótico para todos. El local estaba lleno de clientes y el lado de la panadería tenía una fila que parecía llegar casi a la entrada. Comenzaba a pensar que tal vez no tendríamos mucha suerte, aunque sabía por Travis que tenían muchas más raciones de panecillos y deliciosos bocadillos en la parte de atrás.

Entramos y nos invadió el dulce aroma a pan recién horneado. La campanilla anunció nuestra entrada, haciendo que Travis nos reconociera. Sebastian resopló al verlo y se adelantó unos pasos hacia el mostrador donde él estaba.

-Sebastian –dije tomándolo del brazo.

-No hay tiempo Holly. –respondió. Los músculos de su brazo estaban tensos. –Necesito saber si él puede ayudarnos o se te tendrá que ocurrir otra brillante idea.

No quise insistir y dejé que él se acercara al mostrador. De cualquier forma, Travis parecía bastante tranquilo y atento escuchando a lo que Sebastian le decía. La charla no duró mucho, intercambiaron unas cuantas palabras, Travis anotó algo en su libreta y luego desapareció del mostrador por una puerta al fondo e inmediatamente nos llamó desde otra. Sebastian avanzó primero y lo seguí esperando que tuvieran buenas noticias.

- ¿Qué te dijo? –le pregunté en voz baja cuando entramos al almacén, pero él no respondió.

-Bien –dijo Travis, mientras colocaba varias cajas sobre una mesa metálica – ¿Cuántas de estas necesitan?

-¿Qué hay en las cajas? –pregunté.

-Son unos panecillos de fruta exquisitos que prepara la esposa de Chad. –Respondió Travis –Pensaban sacarlos todos para acción de gracias, pero no creo que duren lo suficiente y no hemos logrado vender tantos como esperábamos.

- ¿Cuántas cajas te quedan? –Preguntó Sebastian revisando el interior de una de ellas –Se ven deliciosos.

-Por lo menos seis cajas.

-Las llevamos. –dije sin titubear.

-Perfecto. Le diré a Chad que te atienda mientras Sebastian y yo sacamos el resto de las cajas.

Salí de la cocina hacia el mostrador temiendo que un mínimo comentario o una palabra fuera de lugar desataran una pelea entre ellos dos. Para cuando fue mi turno en la fila, los chicos ya habían subido todas las cajas al auto. Pagué y salí lo más rápido que pude de ahí. Travis y Sebastian estaban charlando tranquilamente apoyados en la parte de atrás del auto.

-Todo listo –aseguré.

Ambos sonrieron y se dieron la mano.

-Nos has salvado –dijo Sebastian. –En serio... gracias.

Travis respiró hondamente y le sonrió amistosamente.

-Diviértanse.

-Travis -dije deteniéndome frente a él.

Una vez másTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon